Monterrey.- Muchas gracias a todas y a todos quienes virtualmente felicitaron, reconocieron y agradecieron a los Centros de Desarrollo Infantil del Frente Popular ‘Tierra y Libertad’ (los CENDI), por sus primeros 30 años de educar, atender y cuidar a la niñez mexicana de manera integral y con calidad.
Nos llenan de genuina y alegre satisfacción sus múltiples expresiones y nos hacen recargar energías y fuerzas para que los CENDI continúen siendo la fragua de espíritus con vocación transformadora, a partir de la educación hacia la primera infancia en los niveles inicial, preescolar y primaria.
Tal es la esencia de la experiencia educacional de los CENDI, que en 30 años han construido una obra teórica y práctica, bajo la conducción de un grupo de directoras y el apoyo de un colectivo de trabajo consagrado a la formación humana, logrando resultados entre miles de niñas y niños que dan testimonio de una praxis inédita, innovadora y de vanguardia.
La experiencia CENDI transformó radicalmente la visión sobre la formación humana inicial, con base en una aprehensión cultural, holística, compleja y transdisciplinaria del ser humano, sus necesidades e intereses, al cultivar a las poblaciones infantiles de los sectores sociales vulnerables para dar fruto en la vida comunitaria a través del trabajo creador y productivo.
Los ideales de trabajar imbuidas de una sensibilidad para atender el drama humano de la infancia y comprometidas con el destino de nuestro planeta y con el desarrollo de una cultura del ser, de resistencia y lucha, capaz de enfrentar la globalización, son la razón de ser de los CENDI.
El proyecto de educación infantil temprana en contextos de pobreza es, por ello, el origen y causa de nuestra misión para transformar la vida humana, social y económica de las hijas e hijos de las madres trabajadoras.
Si la educación es uno de los principales factores para detonar el desarrollo socioeconómico y la formación de capital humano, la educación temprana es la llave que abre las puertas del futuro y contribuye a reducir las desigualdades sociales y a revertir el círculo intergeneracional de la reproducción de la pobreza en nuestras comunidades educativas, por lo cual la vieja sentencia de Pitágoras, “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, resulta hoy más vigente y universal que nunca.
Desde la creación de los CENDI se concibió que el proceso educativo infantil requería de una estrecha unidad entre docentes, familias y comunidad. Ello, implicó construir, paso a paso, un modelo de educación pública integral y de excelencia en la gestión, pertinente e inclusivo al contexto educativo de la realidad mexicana, con las siguientes innovaciones:
1.- Adecuar los programas curriculares o normativos, oficiales y obligatorios para la educación inicial y preescolar, sobre todo en sus formas de implementarlos a los principios de nuestras estrategias pedagógicas.
2.- Enriquecer la formación con programas cocurriculares en inglés, computación, música, danza, dibujo y modelado, educación física, yoga, artes marciales, gimnasia y masaje infantil, de acuerdo con los diferentes niveles.
3.- Reforzar los programas para abatir el rezago educativo y lograr una real igualdad de oportunidades, tales como el grupo control, adaptación, ablactación, control de esfínteres, terapias del lenguaje y bits de inteligencia.
4.- Crear los programas extraescolares como las escuelas para padres y madres, que incluyen juntas periódicas y especiales, talleres, asesorías y visitas para favorecer e integrar a la familia en el trabajo educativo.
5.- Intervenir en la vida comunitaria con programas de atención pre-natal, de educación por vías no formales y de gestión alimentaria, tales como “Aprendiendo Juntos”, “Construyendo un Mejor Mañana” y “Rescatando Inteligencias”, así como con brigadas médico-asistenciales y campañas contra la violencia y las adicciones y en pro de la ecología y de los valores.
Los CENDI son así esa fragua de espíritus y su trascendencia se manifiesta en la forma cómo templan las potencialidades de la niñez, no sólo preparándola para la vida sino para que sean agentes de la transformación social de sectores poblacionales vulnerables y baluartes ante los peligros de la globalización, de la crisis de valores y de los vacíos existenciales.
Se hace camino al andar… y eso han hecho, hacen y harán los CENDI.