Mazatlán.- Ahí estaba el profesor Bernardo Villalobos (Eugenio Derbez) con un aire de profesor desenfadado con un copete raro, grandes lentes y frente a un grupo de jóvenes de un coro de High School de alguna ciudad de pescadores estadounidense.
El martes fue mi cumpleaños –dijo– y quiero que canten un fragmento de Happy Birthday to You, para escuchar la voz de cada uno de ustedes.
Y uno por uno, fueron pasando al frente para que se les escuchara.
Salvo Ruby –Emilia Jones–, quien salió huyendo de la sala por temor a las burlas de sus compañeros.
Luego vuelve y canta una canción de Toni Michelle para el profesor Villalobos, y lo hace con una voz celestial, de tal forma que sorprende porque no es de esas voces, diría el profesor recordando a David Bowie, que alguna se refirió a la voz de Bob Dylan, como una mezcla de arena con pegamento.
Pero Ruby, hija de una familia de sordos, cantaba bello y desde lo más profundo de su ser.
Luego vino el Oscar para Coda, como la mejor película de este año y fue una revelación en medio de ataques contra los actores y cantantes que cuestionan la destrucción de la selva para hacer realidad el trazado de vías férreas a favor del Tren Maya.
Ya con el premio en la bolsa de todo el reparto de Coda, continuaron los ataques, especialmente contra Eugenio Derbez, a quien se le buscó por todas las vías desacreditar el trabajo actoral, incluso su papel en la película galardonada.
López Obrador lo acusó de haber asistido a una inauguración en el parque Xcaret, y “que nunca dijo nada” por los daños ecológicos de ese proyecto.
Periodistas afines a la 4T dijeron de todo: de que tenía un papel segundón y había sido humillado por los presentadores, que el premio no era de él; incluso, que no merecía estar ahí.
Salió el mal karma de que no hay peor enemigo de un mexicano, que otro mexicano.
Las autoridades culturales del país callaron y oficialmente no hubo una felicitación como antes (en otras ediciones de los Óscares) la hubo para Del Toro e Iñarritu.
Yo al día siguiente vi la película a través de la plataforma de Prime video y me sorprendió gratamente.
La historia está bien armada, a partir de una familia de pescadores sordos –lo cual muestra la apertura de la Academia a las discapacidades y discapacitados– pero fuera de ese eje, se construye el papel inspirador de Bernardo Villalobos, que rescata a la joven Ruby de un posible destino anónimo, como el de muchos talentos de cualquier lugar del mundo.
Y en algún momento la historia lleva a pensar que es una metáfora en medio de una atmósfera mundial marcada por la violencia criminal y la guerra que ocurre en estas semanas en Ucrania; y es que los valores que trasmite son los de la familia, la solidaridad comunitaria, el trabajo, la voluntad de sacar lo mejor de cada uno.
Las actuaciones de los miembros de la familia de sordos son ejemplares en un contexto de dificultades económicas y acaparadores de los productos del mar, que los lleva a organizarse en una cooperativa pesquera, lo que aleja de las grandes superproducciones impersonales hollywoodescas.
La música es de excelente factura, con esa mezcla tan estadounidense, porque está el country, folk, rock, soul y jazz, que encontramos en cantantes del tamaño de Tracy Chapman, Mary Fahl, Joni Mitchell y Norah Jones.
Y la actuación y canto de la joven Ruby es todo pasión, que lleva a re-enamorarse del llamado séptimo arte, porque pone en el centro del filme a las personas, la comunidad, la solidaridad.
Por eso desentona y suena miserable la andanada estimulada desde Palacio Nacional en contra de quien cometió el delito de pronunciarse contra una de las obras insignia de este gobierno.
Pero, afortunadamente, esas voces son nada en un momento en que todo mundo empezara a hablar de la película.
Y la figura de Eugenio Derbez se volverá más poderosa para hablar sobre el Tren Maya y su efecto probablemente destructivo en el sureste del país (y digo probable, porque quiero creer que es un proyecto que contempla la reforestación).
Obviamente esto no habrá de significar la cancelación de la obra; sin embargo, los pronunciamientos de este tipo de líderes de opinión ponen en entredicho su legitimidad y mella la narrativa del discurso oficial.
En definitiva, el premio a la mejor película le brinda a Derbez una visibilidad que no tenía hace unos días y sus detractores se ven pequeños, y mezquinas sus críticas a su derecho de opinar sobre su país como cualquier otro, usted o yo.
Al tiempo.