Monterrey.- En la antigüedad, fenómenos como la lluvia, los relámpagos, los truenos, las mareas, el movimiento de los cuerpos celestes, así como la vida y la muerte; eran adjudicados a la voluntad de dioses.
Sin embargo, con el nacimiento de la cultura griega, surge una nueva forma de pensar acerca del mundo y de la vida. En la escuela griega de Mileto, fundada por Tales y continuada por sus discípulos Anaxímenes y Anaximandro, se introduce una visión distinta. Tales y sus discípulos presentan una visión de la naturaleza en términos de entidades metodológicamente observables. Esta forma laica de interpretar el mundo hizo que siglos más tarde, Aristóteles los llamara los primeros filósofos de la naturaleza. Nosotros los consideramos los primeros científicos.
Décadas después del florecimiento de la Escuela de Mileto surge otra importante escuela helénica, continuadora, a su manera, del pensamiento matemático de los milesios. Esta escuela, ubicada en la isla de Samos, desarrolló el pensamiento matemático, sin embargo sus descubrimientos los mantenía en secreto. Pitágoras fue el fundador y guía de esta importante sociedad secreta denominada La Secta de los Pitagóricos. Todos recordamos de alguna forma el teorema más famoso de nuestras clases de matemáticas: El Teorema de Pitágoras.
El pensamiento científico de la antigüedad logra su culminación en Alejandría, centro de investigación donde se construye una biblioteca, la más grande del mundo antiguo: La Biblioteca de Alejandría. Se cuenta que toda nave que llegaba a Alejandría era registrada, no para buscar mercancías o bienes materiales. Se inspeccionaba minuciosamente para confiscar los libros que ahí venían los cuales pasaban a formar parte del acervo de la biblioteca.
Alejandría es el lugar donde surgen grandes hombres de ciencias y matemáticas como Arquímedes, el más notable científico y matemático de la antigüedad; Euclides, autor del tratado de geometría que recoge todo el pensamiento matemático de Grecia; Aristarco de Samos, quien propone por primera vez El Sistema Heliocéntrico, muchos siglos antes que Nicolás Copérnico; Eratóstenes, el primer investigador que midió la circunferencia terrestre; Apolonio de Perge, notable astrónomo y matemático, estudioso de las elipses, parábolas e hipérbolas; Herón de Alejandría, precursor de la máquina de vapor.
La biblioteca de Alejandría se convirtió en la guardiana de la cultura greco-romana. Sin embargo, esta cultura no era bien vista por el nuevo pensamiento religioso, tanto musulmán como cristiano. Alejandría sufrió varios ataques de fanáticos religiosos, el golpe final culminó con el incendio de este importante centro cultural y la quema de casi todos los libros a principios del siglo V de nuestra Era. Cobra relevancia el acto heroico de su bibliotecaria y la bella matemática Hipatia, quien prefirió ser quemada junto a su gran tesoro bibliográfico.
Con el incendio de Alejandría, la humanidad entra en un periodo de estancamiento en el que la razón es sustituida por la fe. El pensamiento científico tardaría en resurgir un milenio después con el Renacimiento.