Monterrey.- En la década de los 60´s, el mundo se encontraba en plena Guerra Fría. La característica principal era la división de los países del mundo en dos grandes bloques: los Estados Unidos de América por un lado; y por el otro, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Dos modelos diferentes de desarrollo. El primero de pensamiento capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción, el trabajo asalariado y la persecución irracional de utilidades, promoviendo el consumismo y estableciendo áreas de influencia política y militarmente. El segundo gran bloque, reivindicando un modelo económico tipo socialista, igualitario, con una economía planificada y centralizada y una política exterior sustentada en la coexistencia pacífica entre las grandes potencias y de cooperación y ayuda a los pueblos menos desarrollados.
Para los Estados Unidos se trataba de impedir a toda costa la expansión del socialismo. Y desde su óptica, cualquier movimiento reivindicativo de liberación nacional formaba parte de una conspiración comunista a la que debían detener.
Esta situación no significaba que no se produjeran confrontaciones militares entre estos dos bloques, principalmente provocadas por la política guerrerista del gobierno de los Estados Unidos, solo que “casualmente” estos conflictos estallaban siempre fuera de sus territorios. Los países más afectados eran los del llamado tercer mundo, o en vías de desarrollo. Un eufemismo para referirse a países pobres. Muchos de ellos convertidos en verdaderas colonias, pero dueños de grandes recursos naturales, petróleo, gas natural, minerales y, en general, productoras de materias primas.
El fin de la llamada Segunda Guerra Mundial (en 1945) no terminó con el deseo de las grandes potencias por un reparto mundial favorable a sus intereses. Al contrario, de este conflicto emergieron los Estados Unidos con mayor fuerza y una aspiración hegemónica exacerbada.
La lucha de los pueblos por su liberación
Frente a estas grandes confrontaciones, los pueblos del mundo con una necesidad urgente de justicia y reivindicación estaban dispuestos a luchar por sus derechos, por justicia, tierra, alimentos, salud, paz, etcétera.
En este escenario mundial se sucedieron múltiples luchas y movimientos revolucionarios por todo el mundo: desde África, América Latina y Asia. En varios países los pueblos lograron triunfar. En Cuba, el pueblo organizado en el Movimiento 26 de Julio consiguió derrotar y expulsar al dictador que se había impuesto como presidente: Fulgencio Batista, después de que por varios años había tenido sojuzgado a los cubanos. El primero de enero de 1959, el dictador huyó de Cuba, saqueando las arcas públicas, cargando con montones de bolsas de dólares rumbo al extranjero. La Revolución Cubana había triunfado.
En Vietnam, el proceso de Liberación Nacional continuaba en contra de la invasión norteamericana, que después de diez años de terrible guerra y millones de víctimas no había logrado derrotar a las fuerzas revolucionarias del Viet Cong, las cuales finalmente triunfaron.
En Palestina, la confrontación contra el expansionismo israelí no tenía fin. El estado judío aumentaba su territorio a expensas de sus vecinos árabes: Jordania, Líbano, Egipto. Aparentemente era una lucha de carácter religioso, aunque en realidad es de carácter geopolítico, por la apropiación de territorios y recursos.
La invasión de Corea por los Estados Unidos de América
A esa agresión, el gobierno estadounidense le llamó la Guerra de Corea. En 1953 fue derrotada la fuerza invasora, a pesar de la amenaza de lanzar bombas nucleares a China, que había brindado todo su apoyo militar a Corea del Norte.
Se había creado la Organización del Atlántico Norte, bajo los auspicios de los Estados Unidos; y en contrapartida, la Unión Soviética formó el Pacto de Varsovia. Se buscaba un equilibrio entre los dos bloques dominantes y así evitar una posible guerra atómica entre potencias nucleares que podrían destruir el mundo entero. De esta manera quedó establecido el llamado mundo bipolar y su expresión política conocida como Guerra Fría.
La rebelión social en México
Los movimientos insurgentes surgieron por todos lados. Desde África, Asia y América Latina. En México no fue la excepción. El ejemplo de la Revolución Cubana tan cerca de nuestro territorio fue como un faro que señalaba el camino de la revolución y la posible derrota del imperialismo norteamericano.
El gobierno norteamericano, junto con los gobiernos militares de América Latina, para contrarrestar esta rebeldía popular instrumentó el llamado Plan Cóndor: un plan para combatir, mediante la represión, cualquier movimiento político de izquierda o democrático, que a sus ojos consideraran como una amenaza para sus intereses imperiales.
Algunos movimientos tuvieron gran relevancia: los Tupamaros, en Uruguay; el EPR, en Argentina; las FARC y el ELN, en Colombia; y el MIR en Chile. También en Guatemala, Bolivia, Venezuela surgieron como hongos focos guerrilleros, enfrentándose a sus propios gobiernos, buscando liberarse de la opresión. Quién no recuerda aquella frase del Comandante Ernesto “Che” Guevara, llamando a: “Crear uno, dos, tres Vietnam, es la consigna”.
En nuestra patria, el pueblo también se enfrentaba cada día a un gobierno autoritario y represivo, puesto al servicio de las grandes empresas trasnacionales, principalmente norteamericanas. El gobierno de México al servicio del imperialismo yanqui. Como un apéndice de la economía gringa, sin duda, vivía un capitalismo monopolista de estado.
También aquí se tenían muchas expresiones guerrilleras: a inicios de la década de los 60´s, el Grupo Popular Guerrillero, encabezado por el profesor Arturo Gámiz en Chihuahua; poco después se creó la Asociación Cívica Guerrerense, de Genaro Vázquez; y la Brigada de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres, de Lucio Cabañas, en Guerrero; eran los movimientos más articulados, pero no los únicos: en Guadalajara nació la Federación de Estudiantes Revolucionarios; en Monterrey, resultado de un deslinde en las filas del espartaquismo, se formó una guerrilla que incursionó en la Huasteca Potosina, y después en la sierra de Durango; también la Liga de los Comunistas Armados. Aquí se articuló el grupo de los Procesos, que venían de dos vertientes: de la JC y de la Teología de la Liberación; el Frente Urbano Zapatista, en el DF; y de nuevo en Chihuahua y Sonora, nace el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz, de Oscar González. Sin olvidarnos del MAR, de los Lacandones, los Guajiros y los Enfermos en Sinaloa. Por todo el territorio nacional surgieron muchos otros movimientos que estaban viviendo una etapa de formación como organizaciones político-militares. Bajo las sombras se estaban construyendo las Fuerzas de Liberación Nacional, que diez años después dieron origen al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la Selva Lacandona. Muchos nacieron como grupos de autodefensa, para enfrentar la represión del estado y a los grupos caciquiles regionales; pero más tarde, en el ejercicio de la lucha dieron paso a la construcción de verdaderas organizaciones político-militares, encaminadas a desarrollar el proceso revolucionario, asumiéndose como parte de un gran movimiento armado de carácter socialista.
En este periodo los movimientos obreros, campesinos y populares enarbolando sus propias banderas reivindicativas, ya fuera por el derecho al trabajo, a la tierra, o por libertades democráticas, estuvieron siempre dando la batalla.
Este proceso de organización y búsqueda de una estrategia y una táctica adecuada al momento que se estaba viviendo, culminó en marzo de 1973 en Guadalajara, Jalisco con la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
* Texto preparado para su lectura en el Homenaje a Raúl Ramos Zavala, Ciudad de México, 6 de febrero de 2022.