VARGAS27042020V

COVID-19: la política de la élite económica
Pablo Vargas González

Pachuca.- Con la llegada del Coronavirus a México, la confrontación política por la hegemonía entre actores políticos no se pospuso ni interrumpió. Por el contrario, las organizaciones del poder económico vieron la gran oportunidad para reimpulsar sus proyectos y exigencias al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y retomar el ataque al proyecto de la Cuarta Transformación (4T). La pandemia, sin importar los costos, se aprovechó como un campo de batalla. No ha habido tregua ni tampoco “unidad nacional”.

     Desde la toma de posesión AMLO en diciembre de 2018 dijo que su gobierno separaba el poder político con los negocios del poder económico, que fue la forma de relación privilegiada en los últimos 40 años, que caracterizaron a los gobiernos neoliberales. La campaña electoral de 2018, y las anteriores donde López Obrador intervino, definieron la lucha política entre dos grandes fuerzas, con dos “proyectos de nación” distintos, con rivalidades inclusive con antecedentes históricos (liberales y conservadores).

     El poder económico en México fue el principal opositor a la llegada al poder de AMLO (2006, 2012, 2018). Por una parte con su propuesta económica de apertura al capital externo, endeudamiento, desmantelamiento del Estado, privatización del sector público, apropiación del presupuesto, privilegios fiscales, dependencia exterior, etc. Pero además con campañas y guerra sucia de carácter desestabilizador donde lo político significa eliminar al “enemigo común”, donde los medios de comunicación y los partidos afines juegan un papel de fachada (PRI, PAN, PRD).

     El proyecto económico y social de AMLO no gustó a la elite económica mexicana. Las propuestas de la 4T para reducir la desigualdad social y favorecer a sectores pobres fue descalificada por los organismos cúpula del poder económico. Desde 2019 se empezó una campaña de que el gobierno federal “no tenía plan económico” para México. Ni siquiera la continuidad del tratado comercial con EUA y Canadá (T-MEC) fue un incentivo para atemperar el diferendo empresarial. La Coparmex inclusive lanzó la propuesta más agresiva con su “plan alternativo de nación” (agosto 2019) para hacer una fuerza multipartidaria para regresar al poder.

     Con la pandemia los desencuentros entre el gobierno de AMLO y la cúpula empresarial fueron in crescendo en 2020. En varias esferas se fue dando la rivalidad. Por una parte en la confrontación de proyectos para la emergencia sanitaria. Mientras un sector empresarial concordaba en apoyar el plan, en diferentes momentos con AMLO, los grupos formales disentían abierta y fuertemente. Gritaban que “no hay confianza para la inversión”.

     El Consejo Coordinador Empresarial presentó al gobierno un decálogo para enfrentar la contingencia (19 de marzo) donde pidió abandonar los proyectos estratégicos: Tren maya, Refinería Dos Bocas, Nuevo Aeropuerto; pedir deuda al FMI, suspender pagos al fisco y reactivar las empresas. El 5 de abril, AMLO en su informe trimestral dio propuestas para enfrentar el Covid-19 y la crisis económica, pero no incluyó las propuestas de los sindicatos empresariales, ya que implicaban retomar proyecto de rescate de gobiernos anteriores, como el Fobaproa. Este fue un capítulo definitorio en su rivalidad. Se desencadenaron las descalificaciones al gobierno de la 4T. En respuesta el CCE lanzó su “Acuerdo nacional en favor de México”.

     En la esfera política, la Coparmex es la que ha encabezado abiertamente la confrontación. Otro punto de disputa fue la lista publicada por el SAT de grandes empresas que adeudan grandes sumas de dinero. A la par se desató una fuerte campaña en redes en contra de AMLO y su gobierno. Ha habido inclusive llamados golpistas, de formar un frente amplio y la exigencia de renuncia del presidente. Y para rematar las encuestas que anunciaron la baja de 20 puntos en la popularidad del presidente.

     En ningún otro país, en pleno curso de la catástrofe sanitaria de la pandemia hay una batalla por la hegemonía política, como en México. En ningún país, los grupos de poder claman por que el gobierno fallé o se equivoque con las medidas de salud. Empero, el forcejeo las rivalidades políticas e ideológicas seguirán en los siguientes capítulos para enfrentar la catástrofe económica. El litigio ya no es la salud es el control del poder político; es el orden o desestabilización de las instituciones.