Monterrey.- El programa Aprende en Casa puesto en marcha por la Secretaría de Educación Pública (SEP) a partir del 22 de abril del 2020, tras declararse la pandemia del Covid-19 en México, implicaría que cerca de cuatro millones de estudiantes de educación preescolar, primaria, secundaria y media superior mantienen ‘en pausa’ su proceso de enseñanza-aprendizaje o lo más grave: que abandonaron sus estudios o de plano ya desertaron.
Las anteriores estimaciones de la SEP significan que 13-trece de cada cien estudiantes tal situación; es decir, el 12 ó 13 por ciento de la población estudiantil de 30 millones de nuestro país. De ellos cerca de 22 mil alumnas y alumnos de Nuevo León, según admitió la titular de la Secretaría de Educación del Estado en fechas recientes.
Lamentablemente, quienes sufren mayor porcentaje de abandono y deserción son estudiantes del nivel preescolar y de los últimos grados de secundaria y de educación media superior, pues sus madres y padres consideran que esta ‘pausa’ no les generará mayor afectación. Sin embargo, esta situación es una grave afectación e implica un retraso muy importante.
Aunque la SEP ha asumido con toda responsabilidad que el Sistema Educativo Nacional no alcanza todavía para garantizar la cobertura universal de la educación pública, debido a la desatención que sufrió por parte de los gobiernos neoliberales durante más de cinco lustros y a los signos de agotamiento de los últimos años, el saldo sería de tres años escolares perdidos.
La tarea de autoridades educativas, de maestros y maestras y de madres y de padres frente a esto, será prepararnos para atender el histórico rezago educativo que ya acarreamos y también para contener emocionalmente a los alumnos y a las alumnas que se verán abrumadas por la saturación de contenidos e información que deberán de asimilar para ponerse al corriente.
Si bien la inequidad y la exclusión son quejas latentes en el acceso a los contenidos impartidos por radio y televisión -los medios más al alcance de la familia para recibir la programación de Aprende en Casa-, resultará crucial acortar la brecha digital por la carencia de herramientas tecnológicas en el hogar y ampliar la limitada cobertura de conectividad para recibir la educación virtual.
A pesar de que en modalidad de educación a distancia se estableció la estrategia de Cero Reprobados, precisamente para prevenir el abandono y la deserción escolar, es claro que las alumnas y los alumnos más pequeños que no cuentan con tecnología digital y no reciben el acompañamiento adecuado de su madre o de su padre, son quienes en mayor medida sufrirán en su proceso educativo y, por ende, tendrán alteraciones en el aprendizaje del lenguaje y de la lectoescritura, todo lo cual complicará la adquisición de conocimientos.
En el caso de adolescentes y jóvenes, según la propia SEP, la complejidad radica en que una vez que sus familias o ellos mismos deciden tomar la ‘pausa’ educativa para más adelante retomar sus estudios, es muy probable que esta ausencia se convierta en abandono porque se activan en otras tareas, como las actividades económicas o las relaciones sociales.
Los rezagos educativos que ocasionarán las desiguales y dramáticas experiencias que viven miles de hogares para enfrentar la situación generada por el cierre de escuelas y que impactarán a largo plazo en los aprendizajes y en la productividad, sin duda, marcará de por vida a la actual generación de nuestra niñez y juventud. De ahí la necesidad de impulsar políticas públicas efectivas para atender las afectaciones en la educación y las alteraciones en cuanto a alimentación nutricia, convivencia familiar, escolar y social, así como en habilidades socio-emocionales y salud mental.
¿Qué se requiere para que nuestro sistema educativo haga frente a estas situaciones causadas por el covid-19? ¿Qué debemos hacer para prevenir las afectaciones educativas a la población estudiantil, así como para ayudar a su recuperación y regularización escolar?
Aunque los impactos reales los observaremos hasta el retorno a las aulas, consideramos que de manera paralela a los trabajos para promulgar la nueva Ley Estatal de Educación, que actualmente llevamos a cabo en el Congreso del Estado para armonizarla con la Ley General de Educación, se requiere consensuar y expedir una Ley para la Recuperación y Regularización Escolar Post Pandemia, donde será clave la participación proactiva de nuestra comunidad educativa y el compromiso político de nuestro gobierno de invertir los recursos financieros suficientes en maestros y maestras para atender este desafío social y evitar así una crisis educativa por la desigualdad digital.