Ciudad Juárez.- Un documento de 1832, nos informa: “Los apaches siempre están indagando si vienen enfermedades contagiosas y epidémicas, pues sabiendo que están cerca de sus rancherías algunas de ellas, huyen hasta lo más remoto de los desiertos y cortan toda comunicación con los países infestados: cuando acaba la peste, vuelven a ocupar los lugares que antes tenían, y si tienen que entrar a alguna población, se colocan en los poros de la nariz y en las orejas algunos yerbajos, que usan como preservativos.”
Esto significa que estos pueblos nómadas conocían las virtudes de la sana distancia en tiempos de epidemias. También entendían bien que debían evitar la entrada de bichos o lo que fuere, al interior del cuerpo para precaverse de la enfermedad. No eran pues los bárbaros considerados por hispanos, anglosajones y mexicanos.
Los virus, gérmenes o bacterias, tan letales como han sido, sí conocen fronteras, al contrario de lo comúnmente dicho. Las líneas de separación, coincidentes en general con las demarcaciones políticas, son fijadas por las medidas de prevención establecidas por cada sociedad.
Los apaches sabían esto a su modo. Como lo sabemos hoy por las diferencias entre los contagios y muertes de Italia, España, Estados Unidos, con Alemania o Dinamarca.