GOMEZ12102020

De hecho, de derecho y de desecho
José Ángel Pérez

Monterrey.- Como en el mundo y en la vida nada es perfecto, existen tres tipos de maestros:

Maestros de hecho, aquellos que cumplen con su función contribuyendo a formar seres humanos con las competencias necesarias para ser triunfadores y felices en la vida. Estos maestros no necesariamente estudiaron para ejercer la docencia, algunos son médicos, ingenieros o abogados, pero la vida los colocó en el camino de la enseñanza y la desempeñan con profesionalismo y con orgullo. No hablamos de memoria, de ello dan cuenta sus exalumnos.

Tenemos la fortuna de decir que en nuestras clases, asesorías y capacitaciones de maestros de física en Nuevo León y del el resto del país, conocimos a muchos de estos maestros.

Maestros de derecho son aquellos que se formaron en una Escuela Normal o en una Universidad Pedagógica, ellos también se caracterizan por su amor hacia la enseñanza y por buscar la mejor manera de ejercer su labor docente venciendo una infinidad de obstáculos de todo tipo. En la Escuela Normal Miguel F. Martínez, en la Normal Superior de Nuevo León y en la Universidad Pedagógica Nacional se han formado muchos de estos maestros. Nosotros los conocemos.

Desgraciadamente también existen los maestros de desecho, éstos estudiaron una carrera universitaria y se pusieron a “dar clases”, otros “se formaron” en alguna Normal o Universidad Pedagógica, sin embargo su labor deja mucho que desear. Casi no tienen ex alumnos ya sea porque éstos no los recuerdan, porque nunca dejaron huella o porque son recordados con desprecio. Algunos de estos maestros se han “incrustado” en las secciones sindicales 50 y 21 del SNTE desde donde “defienden” los derechos de los maestros del primero y segundo grupo. Otros están puestos administrativos de la Secretaría de Educación huyendo de la labor docente.

Con orgullo presumimos a nuestros maestros de hecho y de derecho, en nuestra carrera de estudiantes y de maestros hemos tenido muchos de ellos. A los maestros de desecho no los recordamos por dos razones: fueron muy pocos y porque la mente humana posee un mecanismo de defensa que no retiene pasajes tristes de la vida.