GOMEZ12102020

De inauguraciones y otros desengaños
Joaquín Hurtado

Monterrey.- El sábado fue día de manteles largos y larguísimos choros oficiales. Nuestras autoridades ejidales anduvieron con chorrillo inaugurando obras polémicas. Una nueva línea del metro y la remodelación de un edificio destinado a la cultura. La danza de los millones para apantallar al infelizaje en época electoral. Polémicas, dije. Pues eso, afrentosas. Gestadas, realizadas y concluidas entre escandaleras, trompicones, y caprichos. Primero el metro. Al cuarto para las doce de concluir su gris sexenio sale el gober a decir listo, ai tienen un tramo más al raquítico sistema de transporte colectivo. Mejoralitos para el cáncer de la movilidad en una urbe que siempre llega tarde a su propia modernidad.

Y.    a ni me acuerdo cuándo empezó su construcción, era yo muy chiquillo cuando nos rajaron el Barrio Antiguo para meter debajo el tren urbano, y luego peiné canas hasta verlo brotar debajo de la tierra para seguir su rumbo hacia... alguna nebulosa de un universo muy distante. Carretadas de millones de pesos que se devoró bien chulo de bonito pero inútil, paralizado, inconcluso, en calidad de fierro viejo. Años que estuvo en modo de momia egipcia por falta de cash. Sobran los señalamientos de raterías, dispendios, fallas técnicas y megacorruptelas. Todo mal. Pero la orgullosa Sultana, asfixiada por su parque vehicular individualista, caro, contaminante y chocón ya tiene un nuevo ramal.

     Yo siempre echaré en cara a quienes planearon esa pachorruda obra el que no la hayan extendido unos metros más, unos centímetros pinchurrientos más hacia el oriente, hasta tocar la vida de miles de vecinos obreros de los populosos barrios donde crecí, allá por La Azteca, La Grange, La Consty, El Agarrón y anexas. Ahí se le necesita, y mucho. Nos resignamos que la línea 3 sirva para mover a la gente que viene a consultar o cuidar enfermos en el Hospital Metropolitano.

     La otra obra, la culturosa, llamada LabNL o algo igual de mamerto, solo esperemos que no se convierta en otro elefante blanco. Los cien millones que costó remodelar el ya remodelado antiguo palacio federal, bella mole art decó, levantan harta ámpula entre el colectivo artístico. Los creadores, productores, ejecutantes, teatristas, bailarines et al, lo critican harto por elitista y derrochador en tiempos de apagón artístico, de contingencia sanitaria, cuando decenas de agremiados de las bellas artes padecen desempleo, falta de estímulos, poca luz, hambre, angustia, abandono oficial por la pandemia. Bueno, pienso yo, al menos el/la próximo/a mandamás de Conarte ya tendrá un palacete donde asentar sus imperiales y bien perfumadas nalguitas. Ah, y un balcón ostentoso para tirar rostro a las morritas y mancebos que vengan a comer elotes con chile en la Macroplaza.