GOMEZ12102020

De la Tecnología Educativa a la Demencia Digital
José Ángel Pérez

Monterrey.- Antes que nos “crucifiquen” por lo que vamos a escribir, debemos decir que desde la última década del siglo pasado hemos sido unos convencidos de la introducción de las computadoras en las escuelas secundarias.

Directamente del aula de secundaria, donde enseñábamos física y matemáticas, allá por 1993, llegamos a la Secretaría de Educación para desempeñarnos como Jefes de Asignatura de Física, gracias a un concurso de oposición (“insólito en esa época”), ya que antes se llegaba a la SE por otras vías.

Al frente de la Secretaría de Educación se encontraba Edilberto Cervantes Galván y como subsecretario de Desarrollo Académico e Investigación, el maestro Arturo Delgado Moya. A la distancia se aprecia la visión de futuro de estos dos maestros. Dirigiendo el Programa de Informática Educativa (PIE) se encontraba la ingeniera Lilián Kravsov Appel; el PIE pertenecía a la dirección de Comunicación Educativa, dirigida por el maestro Antonio Sánchez Banda, los dos con una amplia preparación académica. Terminamos esta mini-reseña recordando que nuestra jefa inmediata era la profesora Tania Felicidad Ramos Ruiz, maestra enamorada de su profesión; de ella no escribo más, en sus apellidos lleva su presentación, como dicen en mi querido Mezquital: de esas máquinas ya no se fabrican, dicho sea con admiración y respeto para mi querida maestra.

Desde nuestra llegada a la SE combinamos nuestro trabajo como Jefes de Asignatura de Física, con el de asesores en la elaboración de software educativo para la enseñanza de la física en el PIE. En ese entonces existía todo un modelo pedagógico donde se coordinaba el Programa de Informática Educativa con los Centros de Maestros y los Departamentos de Asesores Técnico Pedagógicos de Secundaria, Primaria y Preescolar. Todo un trabajo de equipos interdisciplinares.

Sin embargo, en la actualidad se presentan una serie de desencantos en materia educativa en nuestro país y en nuestro estado. Los últimos resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) nos presentan noticias sorprendentes referentes al uso de la tecnología en la enseñanza básica. Según PISA 2012, el usar computadoras no garantiza mejores resultados académicos; se requiere de un acompañamiento pedagógico, de una preparación de los docentes.

Actualmente, en nuestra entidad el equipamiento tecnológico por parte de la SE es escaso o nulo; el acompañamiento en tecnología educativa a los docentes, no existe; cada quien utiliza las computadoras, cuando las tienen, de una manera “empírica”, con escaso o nulo soporte técnico y pedagógico; como dicen en El Mezquital: Como Dios les da a entender. Tristemente las enseñanzas del PIE permanecen “enterradas” en lo que hoy se llama Coordinación de Tecnología Educativa, un remedo del antiguo Programa de Informática Educativa de la Secretaría de Educación de Nuevo León.

De acuerdo a PISA 2012, no hay una correlación directa entre tecnología digital disponible en las escuelas y habilidades para manejarse en ellas. Tal vez a diez años de distancia y debido a los embates del COVID-19 las cosas han cambiado, y es nuestro deseo, pero los resultados de PISA 2012 muestran que los países que obtienen mejores resultados académicos (Finlandia, Corea o Japón) no son los que han invertido más en la compra de tecnología.

En Nuevo León, de acuerdo a una investigación que estamos a punto de concluir, las tecnologías facilitan el aprendizaje, pero no lo garantizan. Estas deben adecuarse a las necesidades pedagógicas de cada realidad escolar.

El incorporar el uso de computadoras, celulares y tabletas es muy importante si la escuela cuenta con personal de apoyo técnico y pedagógico. Abandonar al profesor en su salón de clase con variados recursos tecnológicos ocasiona desorden, uso indebido de la red, desconcierto y poco aprendizaje de lo relevante. Se descuida que en la tercera década del siglo veintiuno es importante formar una enseñanza orientada a la formación de los estudiantes en las competencias, actitudes y habilidades para la interpretación de los procesos y fenómenos naturales a partir del uso de modelos de la materia, la energía, el cambio y las interacciones para incidir en los contenidos y en situaciones diversas del mundo real con una base científica. Para ello la tecnología ofrece grandes posibilidades. Descuidar su uso pedagógico estará convirtiendo a estudiantes y profesores de educación básica en meros consumidores de tecnología, en poseedores de una subcultura; y lo más grave, empujándolos, no a una realidad virtual, sino a una nueva “caverna”.