Y es que, en su carta de renuncia, enviada por ley al presidente López Obrador no hay a la vista causa grave como lo exige el artículo 98, párrafo tercero, de la Constitución, para justificar su salida intempestiva y menos para adscribirse de inmediato a un movimiento político.
O acaso, cuando Zaldívar señala en clave de crisis de conciencia y, peor, de cierto aburrimiento “…las aportaciones que pueda realizar en la consolidación de un mejor país se han vuelto marginales”, esta ¿puede ser considerada como causa grave para separarse del cargo constitucional y sumarse a una campaña electoral presidencial.
Y de ahí, deriva, que esa “marginalidad”, injustificable para cualquier jurista medianamente consciente del privilegio de ser guardián de la Constitución agrega la expresión que tiene como objetivo buscar “incidir en la construcción de un país más justo e igualitario y apoyar a quienes menos tienen y más lo necesitan”, o sea reconoce ese propósito a la 4T y, nuevamente, me pregunto ¿este argumento podría ser considerado causa grave para separarse del cargo de ministro? Dejar vacío su asiento para que el presidente ponga en el a una nueva Loretta y Jazmín ejemplos vivos de deshonor constitucional.
O sea, el estado de “marginalidad” de Zaldívar lo debemos interpretar como que no tenía el espacio para su desarrollo o, mejor, añora cuando fue presidente de la Corte Constitucional y eso le da la pauta, para sentirse marginal por el simple, pero siempre honroso, apego a los dictados de la Carta Magna.
Y salir a decir a los medios de comunicación que está en su derecho de buscar un espacio de realización en la política activa -que, dicho de paso, fue otro fallo, de respeto a la Corte ¿por qué tanta prisa por hacerse la foto con la futura candidata de Morena y lanzarla al viento de las redes sociales? ¿Era necesaria esa foto cómo muestra de lealtad al presidente y a quien enarbola la bandera de la 4T? o, ¿era una exigencia de la aduana presidencial?
Por supuesto, el presidente López Obrador, le aceptó la renuncia con un gusto desbordante y es que cómo no lo iba hacer si venía con alegría a sus brazos, a los brazos de la 4T, y le deja un asiento para una jurista ad hoc “que no traicione al movimiento”. Y, claro, cuando en el pasado inmediato impulsó una reelección que no tuvo el apoyo mayoritario de sus compañeros ministros.
Y es que lo dijo claro en aquel momento, era su carta para la “renovación a fondo del Poder Judicial” -mal deben sentirse las ministras Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz que seguirán en sus cargos obedeciendo, no a lo que dicta la Constitución, sino al residente de Palacio Nacional. Acaso ¿no hubieran querido una salida cómo está que les evite ese malestar cotidiano de estar como extrañas en la vistosa vitrina pública que es la Corte?
Varios analistas sorprendidos se preguntan ¿cuál será el destino laboral de Arturo Zaldívar en los siguientes dos años que establece la Constitución para aspirar a un nuevo cargo público? y la respuesta, si se es algo suspicaz, es sencilla, muy sencilla.
No puede ser más que la misma que viene cuándo el presidente López Obrador buscaba que Zaldívar fuera el artífice de la renovación del Poder Judicial, ese poder, que el presidente no ha parado en señalar como reducto de corrupción y podredumbre.
Y ya sabemos cuál sería el eje de ese cambio institucional que está en el imaginario autocrático de López Obrador, que ministros, magistrados y jueces sean electos mediante voto popular, que hagan la tarea de los políticos en campaña, lo que ninguna democracia respetable ha impulsado o impulsaría, porque, es claro, que al entrar en esa dinámica se afecta la independencia de ese poder constitucional y con ello, la necesaria separación de poderes, un estorbo en sistemas de corte populista autoritario.
Entonces, no se equivocan, quienes ven que en el remoto caso de que Morena y sus aliados alcanzaran la mayoría calificada del Congreso de la Unión, este señor que hoy sonríe satisfecho como quien hizo un buen negocio sea el encargado de hacer el trabajo sucio y someter a la Corte y a la Judicatura federal a los intereses y dictados de la 4T.
Sin embargo, los vientos no parecen ir en esa dirección sea por que no levanta la coordinadora nacional de la 4T, porque no existe una 4T unificada y viene una etapa de mucho conflicto interno por las candidaturas de gobernador y hasta de alcaldes, sin contar el gran malestar social que está dejando la falta de atención y presupuesto para atender la catástrofe de Acapulco.
Incluso, que haya aparecido Samuel García, como la tercera vía a la presidencia de la República y, es que su mayor contribución al partido naranja será aumentar la representación en la siguiente legislatura.
Morena y sus aliados, con su llamado Plan C, ni siquiera con el apoyo del crimen organizado alcanzaran los 334 diputados y 85 senadores, que exige la mayoría calificada, para cumplir el mundo ideal que desea el presidente y hacer la reforma constitucional del Poder Judicial como su ley reglamentaria, lo que habrá de exigir transitar la aduana democrática de la negociación y el acuerdo parlamentario. Y MC, nunca le daría sus votos, para capturar el Poder Judicial.
Por eso, como preguntó alguna vez el poeta Mario Benedetti: Señor ministro, ¿de qué se ríe, de qué se ríe?