PEREZ17102022

De Reyno a Estado de Nuevo León
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- La ruta del Bicentenario del Estado de Nuevo León tiene en el 31 de enero de 1824 una fecha para conmemorar.

Se cumplen 200 años de que el Congreso Constituyente Mexicano publicó el Acta Constitutiva de la Federación, el primer documento de los nacientes Estados Unidos Mexicanos, cuyas bases sirvieron para elaborar y promulgar la Constitución Federal de 1824.

En el Artículo Primero del Acta se establecen los territorios y mares que serán parte de la Federación Mexicana y en su Artículo Séptimo se enumeran los Estados que integrarán la Nación, donde por primera vez se inscribe el nombre de Nuevo León ya como Estado y no como Reyno.

Al promulgarse la Constitución Federal, el 4 de octubre de 1824, se dispone que la Nación Mexicana es para siempre libre e independiente del gobierno español (Artículo 1) y que su territorio comprende lo que fue la Nueva España y sus Provincias Internas de Oriente (Artículo 2).

En la Constitución se estipula además que la religión es y será perpetuamente la católica, apostólica y romana (Artículo 3), se adopta la república representativa popular federal como la forma de gobierno (Artículo 4) y se ratifica que Nuevo León será uno de los 19 estados y de los tres territorios parte de Federación (Artículo 5).

Posteriormente, mediante el Decreto 45, expedido el 7 de Mayo de 1824 y promulgado hasta el 16 de mayo por el Presidente de México, Gral. Vicente Guerrero, firmado por Miguel Domínguez, Secretario de Estado y por Lucas Alamán, Secretario de Despacho, y suscrito por el Diputado Presidente del Congreso Constituyente, Coronel Cirilo Gómez Anaya y por los diputados secretarios, José María Ximénez y Luis de Cortaza, se elevaría al Nuevo Reyno de León como Estado Libre, Soberano e Independiente de Nuevo León.

Así, hace dos siglos, Nuevo León comienza su historia como Estado Unido Mexicano y deja de ser el Nuevo Reyno de León de las Provincias Internas de Oriente del otrora Virreinato de la Nueva España, que por más de 300 años avasalló a los pueblos originarios del centro y sur de América.

En el Congreso Constituyente desempeñaron un papel relevante e histórico los diputados provinciales Fray Servando Teresa de Mier (por Nuevo León) y Miguel Ramos Arizpe (por Coahuila y Texas), durante los debates para constituir como centralista o federalista al Estado Mexicano.

También es justo reconocer la valiente participación de Manuel Santa María y Sevilla, gobernador del Nuevo Reyno de León y de Juan Ignacio Ramón, capitán de granaderos del Regimiento de Infantería, al inicio de la guerra de Independencia encabezada por Miguel Hidalgo y Costilla.

El historiador David Alberto Cossío, en sus Obras Completas, relata que durante el proyecto del Acta Constitutiva, el Padre Mier envió oficios a los jefes políticos y a las ‘personas de más luces’, para preguntarles su opinión sobre si debía formarse un solo Estado con las cuatro Provincias Internas de Oriente y cómo debía organizarse la población de 300 mil almas.

“La población de las cuatro Provincias –respondieron Julián de Llano y José Antonio Canales, integrantes del Cabildo de Monterrey– se compone de labradores y criadores, gentes sencillas y honradas, pero sin ninguna ilustración, un corto número de comerciantes y escaso número de malos artesanos, siendo extranjera la industria en estas tierras. En ellas no se conocen ricos propietarios ni capitalistas, sino pocas medianas fortunas, y mucha miseria, abandono e ignorancia en lo general…”

El fin del Imperio Español fue el principio de una nueva Nación y de un nuevo Estado en constantes convulsiones políticas, sociales y económicas. En sus Apuntes Históricos, Santiago Roel Melo, refiere que Nuevo León, como los demás Estados de la República, tendría que atravesar por todas aquellas vicisitudes de la herencia recibida al morir tan larga y cruel dominación hispana y de padecer las consecuencias del brutal vasallaje.

Tras 200 años como Estado Libre, Soberano e Independiente de Nuevo León, las y los nuevoleoneses estamos llamados a proseguir la verdadera transformación, no solamente para erradicar nuestros problemas estructurales de pobreza y desigualdad, de violencia e inseguridad y de corrupción e impunidad, sino para superar nuestros problemas en materia de educación, salud, empleo, vivienda, transporte, agua y contaminación.