GOMEZ12102020

Debanhi y los demás cuerpos de mujeres desaparecidas
Eloy Garza González

Monterrey.- El caso de Debanhi Susana Escobar ha dado un giro que no deja de ser lamentable. El domingo pasado caminé por las calles (que en realidad son brechas), de Vía de Granada y Vía Galicia en la zona de Nueva Castilla.

Muy cerca estaban los familiares de Debanhi. Francamente yo tampoco percibí que hubiera una toma de agua, y menos el cuerpo sin vida de una joven adentro, en un pozo abandonado.

En un artículo anterior afirmé que según las pocas cámaras de seguridad privada de la Colonia Nueva Castilla, Debanhi Susana Escobar Bazaldúa entró por su propio pie a una empresa de transportes. Fuentes de la propia Fiscalía General de Justicia en Nuevo León me lo habían confirmado.

Sin embargo, el pasado lunes me escribió el titular de comunicación de esta Fiscalía y me dijo terminantemente: “no, Eloy Garza. Debanhi no entró a la empresa. En los videos se aprecia que ella pasó enfrente. El propio padre de la joven, Mario Escobar, desmintió esta versión que malamente corrió en redes sociales. Ella, te aseguro, pasó de largo”.

Conozco desde hace muchos años a Mario Alberto Pérez, es buen amigo y es muy buen hombre. Me consta. Sobre todo subrayo que en la rama de la comunicación gubernamental, Mario Alberto es un verdadero profesional.

Si Mario Alberto me asegura que Debanhi no entró a esa empresa, es porque es verdad. Mi amigo nunca me mentiría, menos en un caso como este.

Tranquiliza que servidores como Mario Alberto estén en la Fiscalía. Lo que no me tranquiliza nada son algunos comentarios diciendo que en la mayoría de los casos, las muchachas se salen de sus casas “porque son rebeldes”.

Lo que sucede entre las cuatro paredes de un hogar es muy difícil que lo sepa un extraño, alguien que no vive ahí.
En casos extremos, las jóvenes se escapan porque no quieren ser víctimas de violencia familiar. En ciertos casos son agredidas por sus propios parientes cercanos, violadas, abusadas física y psicológicamente.

En otros casos, los padres sufren algún tipo de trastorno mental, que llevan a las jóvenes a tomar la decisión de salirse de sus casas. En otras situaciones, el conflicto entre padres e hijos llega a límites intolerables. Cada cabeza es un mundo.

Dicho de otro modo, no siempre una casa es un hogar. Freud acuñó un término en alemán: “Unheimlich”.

No es muy clara su traducción al español, pero significa: “lo siniestro familiar”. En el espacio donde más deberíamos sentirnos seguros, más confiados, se manifiesta una amenaza latente. Lo que debería estar oculto, aflora. Lo siniestro familiar.

Sin embargo, vuelvo al tema principal. Aun cuando una joven decida salirse de su casa, no implica que sea culpable de la inseguridad que pueda sufrir en las calles. La rebeldía no merece ser condenable. Tampoco salir de fiesta es condenable.

Escribo este artículo a las 7:50 pm del día 21 de abril. En este momento me informan que han descubierto un cuerpo sin vida de una mujer en el Motel Nueva Castilla, a unos cuantos metros donde los familiares de Debanhi Susana montaron el campamento central de búsqueda. Suspendo la redacción de este texto porque en este momento me desplazo a ese lugar.

Reanudó la redacción de este artículo a las 22:18 pm. Ya hemos informado, como primicia, las pesquisas del caso de Debanhi Susana. Los detalles son tristes. Me dejan muy apesadumbrado.

Y añado un dato: a partir de la búsqueda de Debanhi, desde hace 13 días, se localizaron otros 4 cuerpos de mujeres desaparecidas. No interpreto el dato. Solo lo doy para el análisis de mis lectores.

Ustedes que me lee, le pido que haga lo que yo hago, cuando pase en vela toda la noche: sea creyente o no, ore, medite en la suerte de estas jóvenes desaparecidas.

Hay un dolor muy grande, colectivo, social, que nos lastima a todos, sin excepción. Y nos hace llorar.