Hace un mes el pueblo mexicano demostró contundente que quiere un cambio, millones de votos emitidos a favor de AMLO le dieron un triunfo incuestionable, el primero de julio del 2018 una avalancha socioelectoral hizo añicos toda posibilidad de fraude.
Aunque oficialmente no ha sido declarado presidente electo, López Obrador ya gobierna este país, lo hace desde su posición de líder moral y político, lo hace a través de la voluntad popular.
Su casa de campaña se ha convertido en un punto medular de la vida política del país, pero los asuntos urgentes son innumerables, ahí están las decenas de miles de desaparecidos, los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, la gran deuda (casi 11 billones de pesos), el gasolinazo imparable ahora privatizado, las injusticias laborales, la pulverización del salario, las instituciones carcomidas por la corrupción, son muchos asuntos para que en una sola casa se atiendan; aunque AMLO ha dado muestras de una gran energía física e intelectual, son muchos los asuntos.
Estamos en una situación de emergencia que se hace cada vez más evidente. EPN aún sigue siendo presidente, pero parece que él y su equipo están apurados en otras cuestiones, más bien personales que de gobierno.
Pero ¿Cómo hacer frente a esta situación de emergencia? El terremoto del 2017 nos dio muestras que somos un pueblo capaz de autorganizarse para hacer frente a la tragedia. Ahora es el momento de ir a fondo en la organización social, no dejar que solo un hombre haga lo imposible, sino entre todos reconstruir lo que a todas luces es un gobierno en ruinas, el caso más significativo son las refinerías, abandonadas por los gobiernos neoliberales, para que una elite sacara provecho de un exclusivo negocio de importación de gasolinas.
Están también decenas de hospitales construidos pero sin equipamiento y abandonados, elefantes blancos que solo enriquecieron a algunos contratistas, y casi todos las carreteras del país hechas pedazos por voraces intereses personales.
Tienen que surgir liderazgos comprometidos con el beneficio colectivo, en el caso de los trabajadores mexicanos, donde los salarios son indecibles y la explotación laboral ha ido en aumento, es una prioridad sacudirse de los líderes corruptos.
La reorganización sindical en todas las área es un tema inaplazable, los trabajadores no tienen por qué estar sujetos solo a los intereses del capital; la historia del sindicalismo es clara, la unión de la clase trabajadora en el interés colectivo ha sido la única salida contra la oligarquía abusiva, que sin miramientos explotan las capacidades laborales, pero también lo hace el Estado corrupto, la burocracia o el poder laboral del gobierno ha sido sometido por una élite.
Democracia es un concepto casi estático, democratización es la acción organizada del poder popular, desde los casi desaparecidos comités vecinales, asociaciones políticas, organizaciones ciudadanas no gubernamentales, las juntas de padres de familia, las federaciones de estudiantes, de profesionistas, sindicatos y todas aquellas formas de expresión de organización social, que deben reactivarse.
Tod@s tenemos que dar el siguiente paso, el voto fue el primero, debemos seguir aprovechando el poder de las redes sociales para la difusión y organización, ahí están los resultados, si se puede concretar el cambio verdadero, a través del accionar de los ciudadanos y de un gobierno, que sea el soporte de los intereses del pueblo y de la nación mexicana.
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