GOMEZ12102020

DIARIO DE CAMPO
Migrantes sin esperanza, I
Luis Miguel Rionda

¡Dadme a vuestros exhaustos, a vuestros pobres
Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas
Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades
¡Yo elevo mi faro junto a la puerta dorada!

Emma Lazarus. The New Colossus (1883)

Guanajuato.- En los Estados Unidos de América, la administración Biden está por cumplir ocho meses al cargo del poder ejecutivo de ese país. Su anhelado triunfo electoral puso fin a la breve depresión democrática que significó el escabroso gobierno de Trump, aspirante a dictador bananero: racista, xenófobo, machista, intolerante y fundamentalista de derecha. Sus cuatro años representaron un retroceso muy severo en el reconocimiento de los derechos de los sectores demográficos subalternos y avasallados de esa sociedad tan heterogénea: mujeres, minorías sexuales, comunidades afro, población homeless, y particularmente los inmigrantes recientes.

El amplio triunfo electoral de Joe Biden abrió las ventanas de la esperanza para estas poblaciones subordinadas. Pero el mensaje traspasó las fronteras y alcanzó a los parias de países cercanos y lejanos. El régimen autoritario previo había logrado contener los flujos de los desesperados con la fuerza del garrote propio y ajeno —como la Guardia Nacional mexicana—. Pero ¿qué sucedió? El abandono del discurso amenazante, el de las “trumpadas”, y su sustitución por la proclama humanista y solidaria del reciente triunfador, un anciano sabio de mirada dulce y de voz sosegada, avivó la llama de la ilusión y la búsqueda de consuelo por parte de los pobres y desheredados de buena parte del mundo. El sueño americano parecía reabrirse.

Como era de esperarse, esta nueva luz atrajo a millares de afligidos trabajadores de los países pobres o con regímenes opresores. Se renovaron los flujos humanos procedentes del sur, con sus caravanas rebosantes de jóvenes, viejos y niños, solos o en familia, que a su paso transfronterizo clamaban a los gobiernos por consideración y refugio. Miles de haitianos, hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, venezolanos, cubanos, africanos, asiáticos y otros atravesaron países completos hasta llegar a la frontera sur de México. Y se les sumaron miles de mexicanos desesperados, víctimas de la depresión económica.

Al comienzo Biden quiso buscar una solución de largo plazo, para construir acuerdos migratorios con sus vecinos que reconocieran la necesidad mutua de complementariedad demográfica y económica. Se previó la necesaria amnistía para once millones de indocumentados que ya viven y trabajan pacíficamente en ese país. Se reactivó el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, 2012, de Obama) para los dreamers, y se prohibió la separación de las familias indocumentadas, práctica nefasta de su antecesor. El interés genuino por el tema, con enfoque de derechos humanos, se evidenció con la asignación del seguimiento de esta tarea a la vicepresidente Kamala Harris, californiana hija de inmigrantes de India y Jamaica.

En contraste, el gobierno federal mexicano, desairado por la derrota del amigo Trump, permitió el descontrolado tránsito de los migrantes por su territorio y le creó a la administración Biden un problema mayúsculo en la frontera. El ascenso violento de las detenciones de indocumentados en su lindero con México puso en evidencia que se buscó dinamitar la apuesta humanitaria de Biden con esta marea humana. En respuesta el gobierno de ese país apretó las tuercas necesarias —y tiene muchas— para obligar al reticente gobierno de México a cambiar su actitud…

Pero seguiremos reflexionando sobre este tema la próxima semana…


(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. riondal@gmail.com ¬– @riondal – FB.com/riondal – https://luismiguelrionda.academia.edu/ –¬ https://rionda.blogspot.com/