Guanajuato.- El miércoles pasado mi esposa y yo recibimos la segunda dosis de la vacuna Pfizer contra el virus SARS-Cov2, en la ciudad de Guanajuato, a 25 días de haber recibido la primera aplicación. Quiero compartir algunas reflexiones que me despertaron las dos jornadas que dedicamos para recibir esta protección, pues estoy convencido de que las vivencias acumuladas a lo largo de trece meses de pandemia deben servirnos en el futuro para mejorar nuestras actitudes ante las emergencias y la difícil convivencia que nos provoca la sustracción de nuestra normalidad cotidiana.
Como apunté en alguna colaboración anterior, el operativo que se está desplegando en nuestro país es en exceso complejo e incluye a demasiados actores. Inexplicablemente participan no sólo el personal de salud, sino también la Guardia Nacional y los Servidores de la Nación. La participación de la Guardia se ha querido justificar en términos de “seguridad nacional”, lo que me parece absurdo, pues lo que está en riesgo es la salud de los individuos y sus familias, no del colectivo nacional. Tampoco hay amenazas de violencia, pues hasta los delincuentes querrán verse vacunados. Su presencia sólo confirma la militarización de la vida nacional.
Tampoco entiendo el involucramiento de los misioneros seculares de la 4T, los llamados “Servidores de la Nación”, bien conocidos por ser promotores del voto oficialista apoyados en los programas sociales. Los registros que levantan incluyen datos personales extraídos de la credencial de elector, y el teléfono particular, cuyos destinos me resultan un misterio.
Me pregunto para qué servirán los numerosos registros que se han levantado: el pre registro en internet que sirvió para nada, y el doble levantamiento de datos de los Servidores de la Nación y de la Secretaría de Salud, que entorpece el proceso de admisión, y que se repiten en la segunda aplicación. Las cinco bases de datos resultarán redundantes, y bien pueden ser obviadas si realmente los datos tuvieran una finalidad operativa. Pero si recibo una llamada de promoción política, sabré cuál fue el origen.
Creo que nunca se dimensionó el reto de vacunar a millones de personas sin contar con vacunas suficientes, y con problemas evidentes de operatividad por la intervención de tantas instituciones. Es de agradecer el esfuerzo, pero también es necesario exigir eficiencia y agilidad, aprovechando en su totalidad la infraestructura hospitalaria y de servicios de salud del país, tanto pública como privada. Los centros improvisados de vacunación provocan aglomeraciones de personas bajo los rayos del sol, muchas horas de espera, y escenas lastimosas de ancianos discapacitados que deberían ser visitados, y no congregados.
Sería importante eliminar tanto registro inútil, y sólo recabar nombre y edad para agilizar lo importante: la aplicación del biológico. También se debería combinar la estrategia de los centros temporales de vacunación, con centros permanentes en hospitales, así como las tradicionales visitas domiciliarias en pequeñas brigadas de vacunación, con personal de salud sin adláteres. Claro, para ello es imprescindible contar con suficiencia de dosis, y ese es el problema raíz que no se atendió a tiempo, por ignorancia y por soberbia.
*Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – @riondal – FB.com/riondal - ugto.academia.edu/LuisMiguelRionda