Monterrey.- Seguramente le pareceré un loco por lo que voy a decir, pero a mí me aburren las vacaciones largas. Para mí, una semana de vacaciones es suficiente y usualmente la empleo en leer y escribir. Leo mucho libros, casi no leo el periódico tengo miedo encontrar mi propia esquela.
El valor de los libros es inconmensurable, el poeta del modernismo Félix Rubén García Sarmiento, mejor conocido como Rubén Darío o El príncipe de las letras castellanas…
El libro es fuerza, es valor;
es poder, es alimento;
antorcha del pensamiento
y manantial del amor.
Recién re-leí a Borges y nuevamente me pregunté ¿por qué no le dieron el Premio Nobel? Borges, decía que imaginaba el paraíso como una gran biblioteca llena de libros, por ello cuando alguien le preguntó ¿cuántos libros ha escrito?, contestó que no lo sabía e inmortalizó su frase “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído”.
Heredó de su padre la ceguera, por ello, hacia 1955 prácticamente ya había perdido la vista y aun así fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Argentina por el gobierno revolucionario.
Este nombramiento, Borges lo tomó como una ironía de Dios, y escribió su extraordinario “Poema de los dones” del cual les comparto con emoción estos fragmentos.
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.