Monterrey.- Esperaban este martes la foto de Emilio Lozoya, entrando al calabozo con uniforme blanco y rayas negras, tobillo encadenado a una bola de hierro. Nada, seguiría en resguardo hospitalario con brazalete electrónico. Cero imágenes.
Desde hace meses, la Fiscalía General de la República (FGR), trae a los reporteros como canicas en lavamanos, para arriba y para abajo. Avisó a principios de julio que Lozoya aceptaba su extradición y colaborar con la autoridad.
Circuló un documento, sobre lo que declaró en España, se mencionaba la existencia de videos para comprobar quiénes compartieron sobornos.
Aunque un periódico se adjudicó la primicia, otros medios noticiosos se acoplaron. Parece que se repartieron fotocopias a granel de un boletín, que nadie cuestionó su veracidad.
Se informa del retorno del presunto y su arribo en la madrugada a México. Decenas de reporteros forcejean para retratar a un individuo embozado; allá van todos tras el convoy saliendo del aeropuerto. Se fueron con la finta, mientras Lozoya es trasladado a un hospital.
Hasta horas después se conoce su paradero, la prensa se queja de que la FGR los dejó con un palmo de narices. Uno que otro pica teclas husmea en los alrededores, en vano.
No acaban de recuperarse cuando se informa que ERLA (Lozoya), declarará ante el Juez, en forma virtual, debido a la pandemia y su estado de salud. Nada de público y, para colmo, se determina que no pisará la cárcel, por lo pronto.
Luego como en el box, el uno-dos. Este miércoles ya está ERLA ante un Juez, por el expediente Odebrecht. De nuevo la FGR manejando todas las cartas.
Debe ser decepcionante para la radio, TV y periódicos mexicanos, no tener hasta hoy información propia, puros boletines; ni siquiera una fotografía de ERLA. La última fue tomada en España en febrero de 2020.
Chambones .