Monterrey.- “No es un curso de emergencia o transitorio”, sentenció el secretario de la SEP, Esteban Moctezuma, al avisar el inicio de clases por televisión y radio, el retraso de las clases presenciales sin fecha definida, hasta que haya semáforo verde.
Sí es emergencia; nadie estaba preparado para afrontar la pandemia, situaciones inéditas se afrontan con los recursos disponibles; obligado también reconocer el riesgo de tomar decisiones equivocadas.
También es temporal su aplicación. Cualquier manual pedagógico sustenta que el hecho educativo se integra con el alumno, el contenido de aprendizaje enseñanza y el profesor-intermediario, quien además debe evaluar si se cumplió el objetivo propuesto o en su caso, subsanar las deficiencias. Los profesores resolverán esta última fase terminada la calamidad, completando el triángulo virtuoso.
También atenderán la situación de los alumnos que no pudieron tomar los cursos virtuales. Los profes de banquillo son los verdaderos expertos en enseñanza, no los académicos de cubículo.
Por lo pronto, la etapa inicial del hecho educativo se dará en el seno hogareño de los alumnos, con el televisor como herramienta y el apoyo de sus familiares, fundamentalmente los padres.
Esta tarea es también inédita, los niños y adolescentes, en su mayoría, no están preparados para la autodisciplina, necesitan el acicate de la palmeta para el aprendizaje.
Muchas familias respaldarán a los educandos en los hogares, no solo con televisiones y equipos electrónicos, pero otras fallarán, no tanto por pobreza, sino por indolencia, son incapaces de atender hasta las sugerencias de distanciamiento social y cubrirse boca y nariz con un pedazo de tela.
En última instancia la intención de la enseñanza en la escuela es que el alumno se apropie de una serie de habilidades y hábitos, entre ellos el autoaprendizaje, pero la educación se mama en el seno familiar.