Monterrey.- De nuevo el Peje eludió la veda electoral y asestó un golpe publicitario, en favor de su gobierno, con la compra de la refinería en Texas. Poco pueden criticar sus opositores; salvo uno que otro argumento manido, como que con el uso intensivo de petróleo se apuesta al pasado, no al futuro.
Hoy todo mundo se considera experto en este tema, me uno a esa legión, al fin que no se paga por meter tu cuchara.
Desde inicios del siglo XX el petróleo es fuente principal para generar la energía que alimenta industria y comercio de todo tipo.
Lo mismo con el transporte: autos, buques, aviones, vehículos de transporte terrestre, marítimo y aéreo, utilizan combustibles derivados de este hidrocarburo.
Se estima que las reservas mundiales comprobadas, duran mínimo hasta el 2060.
No se vislumbra a corto plazo la conversión a energías verdes, limpias o no contaminantes. Los grandes consorcios petroleros son los menos interesados.
Lo mismo los gigantes de la industria automotriz, impensable que cambien de la noche a la mañana, los motores de gasolina por otro tipo de combustible.
Les llevaría décadas modificar la estructura de sus instalaciones y equipos.
El viento, el sol y las corrientes de agua son gratis, lo costoso son los equipos para obtener energía con estos recursos.
Los autos eléctricos son hoy meros juguetes de millonarios, su costo es prohibitivo para la mayoría de la población.
Estamos en la era del petróleo. Entonces, por qué negar a México el uso de este recurso, en favor de los millones de mexicanos hundidos hoy en la miseria.
Afirmar que con su uso intensivo dejamos un planeta contaminado, significa menospreciar la capacidad inventiva de las futuras generaciones.
Lo que se les debe heredar es un mejor nivel de vida.
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