Monterrey.- Nadie vislumbraba el resultado de la votación en la ciudad de México, donde la Oposición obtiene casi el 50%.
Ninguno, desde Andrés Manuel y sus asesores, analistas de los partidos políticos, empresas encuestadoras, comunicólogos y opinadores de todo color y sabor.
El domingo por la noche, algunos candidatos pedían que los pellizcaran, para saber que no eran pesadillas, los conteos que les estaban llegando. Tal vez consideraron que los altos índices de aprobación de López Obrador y Claudia Sheinbaum implicaban garantía de certeza; pero sus nombres no figuraban en las boletas, los perdedores y ganadores fueron ellos.
No hubo atisbos de descontento previo, salvo las manifestaciones o bloqueos de 50 o 100 inconformes, reclamando naderías.
Tampoco apareció una nota escandalosa que indujera al cambio de última hora, a no ser que pudieran haber surtido efecto real los mensajes telefónicos de guerra sucia. Durante la jornada nadie detectó irregularidades como acarreo de personas, compra de voto, mensajes de repudio en las boletas, o alteraciones en las actas de cómputo.
El desaire puede considerarse como una flatulencia silenciosa de buena parte de los capitalinos.
Ni derrota o triunfo contundente, no lo consideran así ni el PRIANPRD; es un mensaje que servirá a quien sepa entenderlo. En el corto plazo para corregir y a mediano, para las futuras elecciones.
De seguro habrá estudios de mercado para indagar el perfil del votante en contra, sea por la edad, preparación, nivel socio económico o domicilio.
Tal vez rebasa el campo de la mercadotecnia. Es un extrañamiento a quienes consideran que la conducta de los humanos es siempre predecible.
El voto en contra de la 4T, en la ciudad de México, tal vez deba analizarse, dirían los clásicos, como una “fascinante mirada al abismo de la mente.”
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