Monterrey.- Las encuestas de opinión sobre López Obrador en el mes de septiembre marcaron 63%; décimas más o menos, han conservado ese rango desde el inicio en 2018.
Si como se dice, hay una conjura de los medios de comunicación contra la 4T, es válido afirmar que han fracasado. Podemos imaginar a los magnates de radio, prensa y TV, con su cabeza gacha, escuchando el regaño de sus patrocinadores machuchones: tanto dinero invertido para nada. A su vez, los directivos de los medios se desquitarán con sus subalternos: columnistas, reporteros, caricaturistas buenos para nada, incapaces de quitarle ni una pluma al gallo.
De mala gana se ven obligados a anunciar los resultados. El paradigma de ellos es Ciro Gómez Leyva, leyendo las estadísticas con cara de estreñido. La mayoría de magnates y periodistas no terminan de comprender por qué tanta persistencia.
Se pueden argüir que solo tiene popularidad, y enjaretarle el epíteto de populista. Por supuesto, es imposible despojarlo de su carisma, pero lo que se evalúa es la eficacia de su trabajo como presidente.
Hay otra aceptación implícita que poco se menciona, la de los inversionistas extranjeros que siguen haciendo negocios en el país, incluso la mayoría de empresario mexicanos, que optaron por lo suyo, en vez de ponerse a darle contras al gobierno.
Tal vez a muchos de ellos les desagrade la personalidad de López Obrador, no es monedita de oro, pero lo reconocen como un mandatario eficiente.
¿Para qué le pueden servir sus altos índices de aceptación y popularidad? Podemos suponer que en parte, para insuflar su ego, es entendible; pero en la praxis política la utilizará para catapultar los pendientes que tiene para el resto de su mandato, y dar continuidad de los proyectos de la 4T, más allá del sexenio.
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