Monterrey.- El comentario de López Obrador sobre la derechización de la UNAM no fue algo premeditado, parece que surgió al calor de la charla. Cuando utiliza la Mañanera para un mensaje trascendental no improvisa; de inicio, un subalterno hace el preámbulo, se proyectan diapositivas de apoyo. Enseguida el presidente, cuidando su lenguaje, responde a cada pregunta de los reporteros.
Esto sucede en la parte inicial de la conferencia; después sigue una especie de tribuna abierta, donde contesta a temas variospintos, planteados por los periodistas, la charla deriva a otros tópicos y aprovecha la ocasión para lanzar pullas contra algunos personajes. A veces toma como costal de entrenamiento a Diego Fernández de Ceballos; le parece divertido verlo enfurecido al “Jefe”, con los ojos iracundos y echando espuma por la boca, como demonio de Tasmania golpeando las rejas. Ahí queda todo, por lo general.
Así hubiera finalizado lo de la UNAM, pero los enemigos de siempre consideraron que se podía sacar raja política de sus expresiones; y se armó la polémica. Las primeras respuestas fueron de los ex rectores, los presuntos responsables de la pérdida del la mística universitaria. Claro, en defensa propia.
Pero la vaca sagrada de la UNAM recibió apoyos inesperados, desde políticos ajenos a ella, hasta el respaldo de Rosario Robles, desde su encierro. López Obrador fue más allá de la simple opinión, y expresó su deseo de que hubiera una sacudida en la llamada Máxima Casa de Estudios.
Hasta el momento, la respuesta de la Institución ha sido un comentario del rector en algún discurso. No se han escuchado las voces de profesores, alumnos y personal administrativo. Será interesante escuchar a los auténticos integrantes de la comunidad universitaria.
Ojalá sea rugido de puma, no quejumbre de elefante reumático.
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