Monterrey.- La audiencia judicial del ex senador del PAN, Jorge Luis Lavalle, concluyó hasta las seis de la mañana de este lunes. Tal vez por ello hubo poca difusión en las redes sociales sobre su arresto preventivo por tres meses. Los periódicos impresos de este martes siguen el mismo perfil de minimizarla.
Desde agosto de 2020, cuando fue señalado por Emilio Lozoya, de ser cómplice de una pandilla de extorsionadores, Lavalle se deslindó con prontitud y contundencia. “Ningún delincuente confeso manchará mi nombre”. Dijo ponerse de inmediato a disposición de la autoridad, hasta tramitó un amparo para apurar a la fiscalía en las indagatorias.
Cierto que siempre estuvo localizable, incluso concedió una que otra entrevista. Al oficializarse el primer citatorio, sus abogados contemplaban que sería exonerado de las acusaciones, o al menos, seguir el juicio en libertad.
Les resultó la opción menos deseada. El “obsequio” que brindó el Juez a la FGR, se basa en que se acopiaron las pruebas necesarias. Tras las rejas dispondrá de bastante tiempo libre para reflexionar sobre su futuro.
Igual meditación deberán tener los exsenadores del PAN Ernesto Cordero, Ricardo Anaya, García Cabeza de Vaca, Domínguez Servín y Salvador Vega, señalados también por Lozoya como extorsionadores. Todos clamaron inocencia y acusaron persecución política, desde agosto de 2010. La FGR ya avisó que los irá citando uno por uno, si se integra una carpeta sólida. Hasta hoy no le ha fallado una solicitud de vinculación. ¿Quién será el siguiente?
Sobre este golpe rotundo, al inicio de la campaña electoral, la dirigencia del partido Acción Nacional, debe replantear su estrategia de convencimiento ¿Para qué desean obtener la mayoría en el Congreso?
Es más, hasta el PRI debe evaluar hasta qué medida conviene seguir en una alianza que va en camino de volverse tóxica.
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