Monterrey.- Este marte y miércoles hay votación de 6500 trabajadores en la planta automotriz General Motors, de Silao Guanajuato, para legitimar o no, el nuevo contrato colectivo de trabajo. Supervisado por la Secretaría de Trabajo, con observadores de Organización Internacional de Trabajo y el INE, para garantizar que no haya intimidación ni coacción, que el sufragio sea libre, personal, directo y secreto.
Se repartieron folletos informativos a los trabajadores, donde se descartan represalias o pérdidas laborales en caso de votar no.
Las boletas se distribuyen bajo cotejo notarial a los centros de votación, lejanos de oficinas sindicales o de la empresa.
Se recela de líderes y patrones, y de que los trabajadores no tengan la suficiente madurez o valentía. Tiene tufo al paternalismo, que precisamente trata de erradicar.
Es un refrendo; la CTM posee la titularidad del contrato por intermedio del sindicato Miguel Trujillo López, que organizó en abril un conteo, donde la mayoría aceptó dicha propuesta, pero ante denuncias de sindicatos norteamericanos -como boletas canceladas- la ST ordenó reponer el procedimiento, exigiendo cumplir los acuerdos del T-MEC.
Es una prueba de fuego para lo que fue la organización sindical más poderosa de México, en el siglo XX. Uno de los pocos feudos que conserva es el de los trabajadores de la industria automotriz.
Se supone que con el Tratado, poco a poco desaparecerá el charrismo sindical charro, protector de los patrones.
Pero no se sabe de denuncias o reclamos surgidos de trabajadores de la GM. Sus salarios comparados con sus homólogos norteamericanos, son una bicoca, pero en nuestro país son de los mejores pagados.
Y qué tal si los trabajadores de la GM de Silao, Guanajuato, aceptan el contrato ya signado por la dirigencia cetemista.
Nadie salvará al proletariado, solo él mismo proletariado.
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