Monterrey.- En 1996, el rector Reyes Tamez cedió la administración del equipo de fútbol a CEMEX, para ello, el corporativo creó la empresa Sinergia. Convenio renovable cada 10 años, la Universidad recibiría “tan pronto como fuera posible, el 50% de las utilidades.”
Por la promesa del gobernador entrante, Jaime Rodríguez, de construir un nuevo estadio para los Tigres, se dieron roces entre Sinergia y la UANL en 2016, año de revisión del comodato. La Universidad enfatizó que el equipo es propiedad de la Institución, y que hasta esa fecha no había recibido ni un peso de utilidad. De todas formas la renovación se extendió por 10 años más, con algunas dádivas por parte de Sinergia.
El Bronco dejó por la paz el asunto y se embarcó en la mafufada de su candidatura presidencial.
La franquicia de Tigres se revisaría en 2026, pero los firmantes se adelantaron, en diciembre de 2020 se prolongó por treinta y cinco años. Sinergia hará una aportación cuantiosa en becas para estudiantes y edificios, además de la remodelación del estadio Universitario, quedando descartado un nuevo inmueble.
Ahora llega otro que quiere rasurarse con la misma brocha, el gobernador electo Samuel García anuncia la construcción de un nuevo estadio.
¿Reculará CEMEX en el trato que signó hace seis meses? Tal vez, así son de mugrosos muchos potentados. El meollo es la otra parte firmante, la Universidad.
No basta con intimidar o sobornar al futuro rector, o enjaretarle un secretario. El equipo Tigres es patrimonio institucional, la decisión de enajenarlo o sacarlo de CU, solo puede darse en sesión plenaria del Consejo Universitario, donde participan 55 consejeros maestros de Facultades y Preparatorias y otro tanto de representantes alumnos.
Hay una matrícula superior a los 170,000 estudiantes, hasta hoy apaciguados.
Ojalá no alboroten el avispero.
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