–¡Don Jesusito..! –le dijo la señora–, pero qué anda haciendo tan noche, no se me vaya a caer…
– Es que tenía “muchambre” y Chuyito no estaba, se fue a una reunión con sus amigos…
– Pues le hubiera dicho a Doña Jose, ella con gusto le hubiera ayudado…
– Tampoco estaba, señora Rosy, por eso me dejé venir…
– ¿Quiere que le prepare su hamburguesa con champiñones, como siempre? – Sí, por favor.
Don Jesusito vivía en una vecindad cercana, solito y muy enfermo de sus rodillas; había perdido a su mujer por un terrible cáncer y todos los vecinos lo querían y lo apoyaban siempre que podían. La señora de las hamburguesas y su ayudante, auxiliaron a Don Jesusito a subir una banqueta alta y lo sentaron cuidadosamente en una silla, mientras esperaba su apetecible hamburguesa.
– ¿Se la va a comer aquí, o se la preparo para llevar? –le dijo la señora.
– Me la voy a comer aquí –dijo Don Jesusito.
– Arrímalo a la mesa, Luis, –le dijo la señora al muchacho, quien arrimó una mesa cuadrada a Don Jesusito, en vez de moverlo a él.
– Gracias, mijo –dijo con su natural amabilidad.
Don Jesusito, en los últimos años se dedicaba, junto con su mujer, a recolectar cosas de la basura para subsistir, hasta que la mala fortuna se llevó a su esposa y su problema de las rodillas se fue agravando, hasta que ya no pudo caminar. Todos en la colonia lo apreciaban y le daban una ayudita económica cada vez que podían. De hecho, la señora le regalaba una hamburguesa cada vez que venía o se la enviaba con alguien.
Cuando estuvo lista su cena, la devoró con fruición; y cuando terminó, le dijo a la señora: “¿Cuánto le debo, Doña Rosy?” “Aquí se lo apunto Don Jesusito, ya sabe… Luis, lleva a Don Jesusito a su casa y asegúrate de que llegue bien y cierras bien la puerta de su casa.”
El muchacho lo levantó en vilo, acomodó las muletas en los brazos del tierno viejecito y se fueron caminando despacio por la calle oscura. ¿Y los derechos humanos de los ancianos, dónde están? ¿Y por qué la cultura del adulto mayor en México ha estado y sigue tan jodida? ¿Qué estamos haciendo para salvaguardar la salud de nuestros viejecitos, otorgándoles una vejez digna como un derecho pleno y natural?
Aquí les dejo a los indolentes gobernantes esa descuidada y necesaria tarea, esa insoslayable misión…
Nota: Los eventos pseudopolíticos de relumbrón con fotos de ancianos incluidas, no valen para pura chingada. Me enojé…