PEREZ17102022

Don Jesusito
Tomás Corona

Monterrey.- El enjuto viejecito arribó hasta el puesto de hamburguesas dando pequeños pasitos, vacilante, tambaleándose, apenas sostenido por sus viejas muletas…

–¡Don Jesusito..! –le dijo la señora–, pero qué anda haciendo tan noche, no se me vaya a caer…

– Es que tenía “muchambre” y Chuyito no estaba, se fue a una reunión con sus amigos…

– Pues le hubiera dicho a Doña Jose, ella con gusto le hubiera ayudado…

– Tampoco estaba, señora Rosy, por eso me dejé venir…

– ¿Quiere que le prepare su hamburguesa con champiñones, como siempre? – Sí, por favor.

Don Jesusito vivía en una vecindad cercana, solito y muy enfermo de sus rodillas; había perdido a su mujer por un terrible cáncer y todos los vecinos lo querían y lo apoyaban siempre que podían. La señora de las hamburguesas y su ayudante, auxiliaron a Don Jesusito a subir una banqueta alta y lo sentaron cuidadosamente en una silla, mientras esperaba su apetecible hamburguesa.

– ¿Se la va a comer aquí, o se la preparo para llevar? –le dijo la señora.

– Me la voy a comer aquí –dijo Don Jesusito.

– Arrímalo a la mesa, Luis, –le dijo la señora al muchacho, quien arrimó una mesa cuadrada a Don Jesusito, en vez de moverlo a él.

– Gracias, mijo –dijo con su natural amabilidad.

Don Jesusito, en los últimos años se dedicaba, junto con su mujer, a recolectar cosas de la basura para subsistir, hasta que la mala fortuna se llevó a su esposa y su problema de las rodillas se fue agravando, hasta que ya no pudo caminar. Todos en la colonia lo apreciaban y le daban una ayudita económica cada vez que podían. De hecho, la señora le regalaba una hamburguesa cada vez que venía o se la enviaba con alguien.

Cuando estuvo lista su cena, la devoró con fruición; y cuando terminó, le dijo a la señora: “¿Cuánto le debo, Doña Rosy?” “Aquí se lo apunto Don Jesusito, ya sabe… Luis, lleva a Don Jesusito a su casa y asegúrate de que llegue bien y cierras bien la puerta de su casa.”

El muchacho lo levantó en vilo, acomodó las muletas en los brazos del tierno viejecito y se fueron caminando despacio por la calle oscura. ¿Y los derechos humanos de los ancianos, dónde están? ¿Y por qué la cultura del adulto mayor en México ha estado y sigue tan jodida? ¿Qué estamos haciendo para salvaguardar la salud de nuestros viejecitos, otorgándoles una vejez digna como un derecho pleno y natural?

Aquí les dejo a los indolentes gobernantes esa descuidada y necesaria tarea, esa insoslayable misión…

Nota: Los eventos pseudopolíticos de relumbrón con fotos de ancianos incluidas, no valen para pura chingada. Me enojé…