La distinción sin duda simplifica. Hay votos de intercambio en las zonas urbanas, y votos de opinión en las rurales. Pero sigue siendo válida, como lo demostraron los interesantes análisis realizados y publicados por Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad (PCCI) sobre las elecciones poblanas de 2018 y 2019.
Los resultados electorales de ambas fueron simétricos, como lo mostró Georgina Jiménez en la publicación mencionada: en las zonas rurales la coalición encabezada por el PAN ganó en 2018, y perdió en 2019. Y lo contrario sucedió con la coalición morenista: ganó en las zonas urbanas en 2018 y perdió en 2019.
La explicación seguramente está en los dos tipos de votos que ya distinguí. En 2018, el voto de opinión se fue con Morena. Expresó lo que en casi todo el país: la preferencia por López Obrador y su partido. Ganaron con amplitud en las zonas urbanas del estado, en particular en la zona metropolitana de la capital.
En 2019 ese voto optó mayoritariamente por la candidatura de Enrique Cárdenas, postulado por una coalición encabezada por el PAN.
El voto de intercambio, también llamado voto clientelar, predomina en las zonas rurales. Hay que destacar la investigación que al respecto hizo Sergio Mastretta y que publicó PCCI. Entrevistó a varios operadores electorales, algunos de ellos “impresentables”. Sus entrevistas dan mucha luz sobre cómo opera ese voto en el estado.
En 2018, el morenovallismo controlaba las redes clientelares. Por eso la candidata de ese grupo obtuvo mejores resultados en las zonas rurales. Contrariamente a las tendencias tradicionales, en las que el PAN tenía poca presencia en esas zonas.
En 2019, muestran las investigaciones citadas, la coalición morenista fue la que controló el voto de intercambio en el campo poblano. Los votos no fueron tanto a Morena, sino a sus aliados, PT y PVEM, como muestra la investigación de PCCI.
Ya habrá oportunidad de profundizar y matizar esta distinción y sus consecuencias.
* Profesor de la UDLAP.