Monterrey.- Generalmente, en la educación presencial prevalece el modelo de comunicación centrado en la autoridad del maestro quien es el responsable de la transmisión y generación del conocimiento. En la educación en línea, el modelo sigue siendo el mismo, generalmente se desaprovecha la gran cantidad de recursos interactivos, visuales y textuales que la Internet coloca al alcance de los estudiantes y de los profesores. En la educación en línea, la interactividad entre estaciones de trabajo difícilmente se da en tiempo real, sólo fluye la comunicación con el profesor soslayando actividades de socialización, discusión, interacción con los compañeros, el profesor y los materiales de la RED.
El avance de las TIC ofrece una oportunidad para construir ambientes de aprendizaje en el aula donde se aprovechen las herramientas de la tecnología como: simulaciones, laboratorios virtuales, videos, textos en línea, redes sociales, sensores, calculadoras, visitas virtuales a museos, laboratorios o bibliotecas. El profesor de fines de la segunda década del siglo veintiuno tiene la ventaja de contar con alumnos “nativos digitales”. Muchas veces el mismo profesor es un “nativo digital”.
El maestro del siglo pasado generalmente utilizaba el pizarrón, el libro de texto y las libretas de los alumnos. Cuando la escuela contaba con tecnología, esta consistía en televisores analógicos (uno o dos para toda la escuela), radio, grabadora, proyector de filminas o de carrete. Estos materiales respondían a un modelo de trasmisión de contenidos teóricos que había que memorizar, los componentes del modelo tradicional que utilizaba la tecnología de la época sólo eran dos: El trasmisor y el receptor.
En la escuela básica, las matemáticas se centraban en el dominio de algoritmos para resolver mecanizaciones, en la habilidad para resolver ecuaciones algebraicas y construir e identificar figuras y cuerpos geométricos, olvidando la importancia de las demostraciones y la construcción de modelos matemáticos. Todo se le daba al estudiante para que lo repitiera, lo asimilara y lo aplicara a solución de problemas muy estereotipados.
A pesar de que a fines del siglo pasado se da auge al constructivismo, en las escuelas de mi país la interacción, salvo contadas excepciones, nunca sustituyó a la trasmisión y a la memorización.
Las nuevas tecnologías ofrecen un espacio para hacer frealidad el viejo modelo constructivista que no termina por sfianzarse en nuestras aulas. La computadora y toda la tecnología que alrededor de ella gira permite el uso de recursos interactivos en un tiempo corto y con una gran versatilidad. Las nuevas tecnologías permiten que la interacción maestro-alumno-contenidos no sea lineal, permite un ir y venir, permiter una interacción en varias dimensiones.
El profesor de la tercera década del siglo veintiuno no sólo deberá ser un experto en el manejo de la tecnología, sino que deberá tener la capacidad para criticar, seleccionar y adecuar las distintas piezas de tecnología y los programas dirigidos a la educación. Deberá ser quien sugiera y proyecte y no, como hasta ahora, ser un sumiso consumidor de lo que las grandes compañías producen para la educación. La pandemia evidenció la pobreza de las modalidades educativas presencial y en linea. Sin embargo, estas dos formas de organizar el trabajo educativo van a perdurar y coexistir, una no eliminará a la otra, por el contrario, ambas se complementarán por las ventajas que una y otra poseen. La educación en línea no posee la riqueza que ofrece la educación presencial en cuanto a la comunicación corporal, la manifestación de afecto, la muestra de sentimientos y emociones que aflora al reunirse los seres humanos en un aula tradicional.
Ambas modalidades requieren de la tecnología, de los ambientes virtuales, de las bases de datos, de las inagotables fuentes bibliográficas y de información que la RED ofrece.
Quizá en la tercera década del presente siglo se pueda utilizar la realidad virtual, pero esto es motivo de otro análisis.