GOMEZ12102020

El amor fluye entre lo permanente y lo impermanente
Abel Garza Martínez

Monterrey.- Miras un documental titulado La teoría sueca del amor. En la pantalla de la Cineteca explican la ingeniería social, el Estado de bienestar, la búsqueda de la felicidad y una epidemia de soledad. ¿Individualismo de Estado? Individuos independientes y autónomos, subrepticio automatismo psicofísico. Las mujeres suecas acuden a bancos de esperma: quieren un hijo, pero no un esposo. En ese país muchas personas viven solas y también mueren solas, algunas por suicidio.

     El panorama es desolador, quedas estupefacto: aquella sociedad avanzada no es perfecta. Casi al final de esa película, la imagen de un rostro te sorprende: es Bauman. Sí, ahí aparece el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Famoso por haber acuñado el concepto modernidad líquida. ¿Por qué lo entrevistan? Seguramente, por haber escrito uno de los libros más audaces del siglo XXI: uno que incluye al amor en el debate sociopolítico.

     Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, el libro de Bauman, está destinado a ser referencia obligatoria, para quien desee entender las relaciones humanas contemporáneas. Adriana Garza, socióloga, diría que trata del amor en los tiempos del apareamiento digital. Empero el panorama no es alentador. Tal vez por eso, en una novela, Fadanelli hace que uno de sus personajes diga a su pareja potencial: “Espero que nunca nos enamoremos”.

     Todo mundo tiene hambre de piel, desea la mirada del otro, anhela una relación afectiva. La mala noticia es –anuncia Bauman– que el amor ya no es para siempre (o por lo menos ya no dura toda una vida. ¿Por qué la gente tiene miedo a establecer relaciones duraderas? Porque cree que se convertirán en una carga y limitarán su libertad. O al menos eso es lo que hace creer la moderna sociedad de consumo.

     ¿El amor cambia, se modifica, o permanece idéntico a sí mismo? El amor nunca pasa de moda, lo que cambia son nuestras interpretaciones y modos de vivirlo. El mundo globalizado provoca muchos cambios en la sociedad y en la condición humana; estos repercuten en las relaciones humanas. Cambios vertiginosos, rápidos como un líquido que escapa o se derrama.

     Bauman señala que la modernidad líquida hace que las personas conciban todo en términos de costos y beneficios, como consumidores expertos. Miran con deseo y desconfianza. Comparan al amor con una cuenta bancaria: préstamo, crédito, inversión. El parentesco y la afinidad son repensados, los vínculos humanos se vuelven frágiles. Todo es calculado para maximizar el placer, goce o gozo, y minimizar el dolor y el sufrimiento. Poco importa el aprendizaje, lamentablemente.

     Este libro está dedicado a los riesgos y angustias de vivir juntos, y separados, en nuestro moderno mundo líquido, expresa Bauman. Nos encontramos frente a un interesante libro-Frankenstein: fragmentario, hecho de recortes de libros, periódicos, revistas, películas,
programas de televisión, redes sociales, canciones, etcétera; ensamblado en cuatro partes: 1. Enamorarse y desenamorarse / 2. Fuera y dentro de la caja de herramientas de la socialidad / 3. Sobre la dificultad de amar al prójimo / 4. La unión desmantelada.

     En la primera mitad del libro predomina la Psicología; en la segunda, la Sociología. Esto es el interior y el exterior del amor, traspasado por la Filantropía como aspiración. Casi, casi estamos frente a una Economía del amor: Psicología y Sociología + Economía moral (esos vínculos solidarios entre pequeños grupos, con parentesco o sin él). Aunque observa con tristeza que no hay Política del Amor para los inmigrantes ni para los refugiados (Derechos Humanos restringidos).

     Habría que añadir que ahí también campea la ansiedad, por no hablar de la incertidumbre, no sólo en las páginas del libro, sino en el mundo. De modo que incluye al desamor. Es como si Bauman hubiese tomado la novela Las intermitencias de la muerte, de Saramago, y hubiese cambiado la palabra muerte por amor. Si no fuera una sentencia absurda diría que, así como el dinero cambia de manos, el amor también cambia de manos. Pero el amor es inaprehensible. El amor es más que un cuerpo.

     En esas intermitencias del amor, se descubre que la gente no quiere estar en una relación tanto como estar en contacto. Relación amorosa versus conexión informática digital: redes sociales (estar y no estar al mismo tiempo, disponible, en línea). Elegir la compañía de alguien excluye otras posibles relaciones, por lo que ahora se pretenden relaciones breves que permitan seguir experimentando. O, en el peor de los casos, conservar relaciones de bolsillo (esas que se pueden sacar en caso de apuro), relaciones reciclables.

     Comprometerse implica una elección que deja fuera otras posibilidades gozosas. La gran mayoría de nuestros contemporáneos se niega a realizar un sacrificio de esa magnitud. Erich Fromm ya había dicho que el amor supone sacrificio, humildad y disciplina. Entendemos modernidad como sinónimo de consumismo. Las líneas argumentativas de Bauman se bifurcan, o mejor dicho se ramifican como en un rizoma: amor y deseo: procreación y consumo, enamorarse y desenamorarse, el costo de tener hijos, la dificultad de amar al prójimo o al migrante.

     Señala el punto álgido: “El fracaso de una relación es con frecuencia un fracaso de comunicación”. El amor se manifiesta de muchas maneras, e incluso aparecen perversiones divergentes del amor: o complacer en todo al amado, o querer cambiar la forma de ser del amado. Se dice que el acta de nacimiento de la humanidad es el mandato Ama a tu prójimo como a ti mismo. Sin embargo, Bauman se encarga de recordarnos la extrema dificultad que conlleva amar al prójimo.

     No se crea que las nuevas tecnologías de la información y comunicación nos acercan más que nunca al resto de la población. La gente no quiere comprometerse a largo plazo, así que en vez de calidad opta por la cantidad. No quiere una relación larga, sino muchas relaciones breves; prefiere la rapidez del cambio antes que la duración comprometedora. Bauman presenta sus hallazgos con claridad diáfana, casi a modo de aforismos:

     a) “La otra cara de la moneda de la proximidad virtual es la distancia virtual” (Nueva facilidad para conectarse y nueva facilidad para cortar la conexión).

     b) “La distancia no es obstáculo para conectarse, pero conectarse no es obstáculo para mantenerse a distancia”.

     c) “Pareciera ser que el logro fundamental de la proximidad virtual es haber diferenciado a las comunicaciones de las relaciones. A diferencia de la antigua proximidad topográfica, no requiere lazos preestablecidos ni los genera necesariamente. ‘Estar conectado’ es más económico que ‘estar relacionado’, pero también bastante menos provechoso en la construcción de vínculos y su conservación”.

     Por otra parte, sobre los territorios, grave situación la de los migrantes, desplazados o refugiados, cuyos derechos humanos son vulnerados. Pareciera que ellos quedan excluidos de la esfera jurídica y también fuera del amor. ¿En que mundo vivimos? ¿Un mundo que produce desechos humanos que envía a campos de concentración y albergues? ¿Quién tienen el valor de afirmar el derecho del migrante tanto como el del ciudadano? ¿Quién tiene más derechos, el hombre o el ciudadano? No hay amor, o no hay amor verdadero, o pareciera que el amor está devaluado. No hay soluciones locales para problemas globales.

     Existe una población flotante de seres marginados o excluidos, llamados parias, miserables, desdichados, desgraciados, pobres, inmigrantes sin papeles, ilegales, desplazados, refugiados, extranjeros, analfabetas, ignorantes, salvajes. Se les criminaliza por su condición más que por sus actos. ¿Acaso no hay amor ni justicia para ellos?

     Las ciudades producen tanta mixofobia como mixofilia, es decir un doble impulso de atracción y rechazo, una discriminación selectiva. En el espacio público se dan encuentros múltiples, y es ahí justamente donde la relación con el otro, la alteridad radical, se realiza para bien o para mal. Queremos o detestamos al diferente, al que viene de lejos, al migrante, desplazado o refugiado. Una lucha de sentimientos encontrados, opuestos, ocurre en la urbe, en la megalópolis, así como en el campo: Pueblo chico, infierno grande. Todo se mezcla, se atrae o se repele; pero todo el contenido está en el mismo contenedor.

     Una consecuencia positiva del espacio público es que la convergencia de individuos permite una expresión discursiva, justamente esa que nos humaniza. Las calles permiten la fusión de horizontes cognitivos, en el sentido filosófico de Gadamer. Al hablar desde distintas posiciones sociales, pero sobre el territorio común del espacio público, se generan simpatías que permiten generar alianzas, o por lo menos ayudan a urdir estrategias de subsistencia o supervivencia. El amor, así sea diluido, ayuda a regenerar el tejido social.

     Antes que el enjambre de teléfonos celulares, existe el enjambre humano. Las personas se agrupan y se separan a conveniencia. Bauman toma cierta distancia para observar panorámicamente. Encuentra dos conceptos clave: communitas y societas. El Estado necesita a las dos para funcionar bien; aunque el mercado parece no querer a la communitas, ya que ésta intenta ser autosuficiente, productiva y solidaria. La gran sociedad, a través del mercado, requiere consumidores, por eso detesta a los pequeños productores tanto como a los cazadores furtivos.

     Casi puedo imaginar la voz de Bauman, salmodiando: “El amor es una de las respuestas paliativas a la bendición/maldición de la individualidad humana, uno de cuyos atributos es la soledad que provoca la condición de estar separado del resto”. Sabe que somos huérfanos de Eros. Y, sin embargo, lo terrible es que “Eros puede ser hallado en cualquier parte, pero en ninguna se quedará por mucho tiempo”. Los ojos de Bauman van de un lado a otro tras la sombra del amor. Ahí es donde se resiente la fragilidad de las nuevas estructuras familiares.

     Pero, ¿para qué imaginar la voz del sociólogo cuando podemos leerlo? Recomiendo acudir directamente al libro de Bauman. Por lo pronto, aquí va una docena de fragmentos como esquirlas, casi al azar. Un avance que seguramente hará que el lector quiera seguir leyendo estas reflexiones, surgidas de un texto explosivo, como granada de fragmentación, bajo el riego de implosión para el corazón de quien lee. La ecuación más difícil de resolver es esta: amar y ser amado.

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UNO “Desconsolados por el futuro. Por lo tanto, sin el consuelo de la previsibilidad y el compromiso, que son propiedad legítima y monopólica del futuro. Abandonados por el espectro de la paternidad y la maternidad, mensajeros de lo eterno y el Más Allá que solían sobrevolar los encuentros sexuales, confiriendo a toda unión carnal algo de su mística sobrenatural y de esa sublime combinación de fe y aprensión, goce y temor, que eran su sello distintivo”

DOS “En la actualidad la medicina compite con el sexo por el dominio de la reproducción

TRES “Hubo épocas (de hogares/talleres, de granjas familiares) en las que los niños eran productores

CUATRO “Para los autores de la Biblia, la promesa que Dios le hiciera a Abraham –“multiplicaré tu descendencia como las estrellas del firmamento y como las arenas del mar”– era indudablemente una bendición, mientras que muchos de nuestros contemporáneos la tomarían más bien como una amenaza o una maldición, por no decir ambas”

CINCO “Hubo épocas (cuando la fortuna familiar pasaba de generación en generación a lo largo del árbol genealógico y de acuerdo con los parámetros hereditarios de la sociedad) en que los hijos constituían un puente entre la mortalidad y la inmortalidad, entre la vida individual, abominablemente corta, y una (anhelada) duración infinita, a través del linaje. Morir sin hijos implicaba no construir ese puente jamás. La muerte de un hombre sin hijos (aunque no necesariamente la de una mujer sin hijos, a menos que se tratara de una reina o algo similar) implicaba la muerte de un linaje: haber descuidado la mayor de las responsabilidades, dejar incumplida la tarea más imperiosa”

SEIS “En nuestra época, los hijos son, ante todo y fundamentalmente, un objeto de consumo emocional”

SIETE “Cuando se trata de objetos de consumo, la satisfacción esperada tiende a ser medida en función del costo: se busca la relación costo-beneficio

OCHO “Los hijos son una de las compras más onerosas que un consumidor promedio puede permitirse en el transcurso de toda su vida”

NUEVE “Por otra parte, en nuestros tiempos, tener hijos es una decisión, y no es un accidente, circunstancia que suma ansiedad a la situación. Tener o no tener hijos es probablemente la decisión con más consecuencias y de mayor alcance que pueda existir, y por lo tanto es la decisión más estresante y generadora de tensiones a la que uno pueda enfrentarse en el transcurso de su vida”

DIEZ “Es más, no todos los costos son económicos, y aquellos que no lo son directamente no pueden ser evaluados o calculados en absoluto. Ponen en jaque todas las capacidades e inclinaciones de esta especie de operadores racionales que estamos entrenados para ser y nos esforzamos por ser. ‘Armar una familia’ es como arrojarse de cabeza en aguas inexploradas de profundidad impredecible. Tener que renunciar o posponer otros seductores placeres consumibles de un atractivo aún no experimentado, un sacrificio en franca contradicción con los hábitos de un prudente consumidor, no es su única consecuencia posible”

ONCE “Las alegrías de la paternidad vienen en un solo y mismo paquete con los sinsabores del autosacrificio y el temor a peligros desconocidos”

DOCE “Resumiendo: la archiconocida brecha que separa al sexo de la reproducción cuenta con la asistencia del poder. Es un subproducto de la condición líquida de la vida moderna y del consumismo como única y exclusiva estrategia disponible para “procurarse soluciones biográficas para problemas producidos socialmente” (Ulrich Beck). Como resultado de la combinación de estos dos factores, el tema de la reproducción y el nacimiento de los hijos se aleja de la cuestión del sexo e ingresa en una esfera totalmente diferente, que opera según una lógica y un conjunto de reglas por completo diferente de las que rigen la actividad sexual. El desconsuelo del homo sexualis está predeterminado.”

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Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Zygmunt Bauman. Fondo de Cultura Económica. México, 2019. Título original: Liquid love: on the Frailty of Human Bonds. Traducción de Mirta Rosenberg y Jaime Arrambide. Primera edición en inglés, Polity Press & Blackwell Publishers Ltd: 2003. Primera edición en español, FCE Argentina: 2005. Undécima reimpresión, FCE México: 2019. Primea edición en libro electrónico: 2012.

27/07/2021