Monterrey.- Representa lo más añejo de la política mexicana. Fue considerado el personaje más influyente en la década de los setentas. Sus intervenciones en tribuna son monumentales.
Militante regañón del PRI hasta la saciedad. Hizo berrinche empático con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Renunciaron al partido dinosaurio. Los aires democráticos lo jalaron a la izquierda.
En la avanzada de posiciones siempre ha encontrado cobijo. Nadie se atreve a contravenirlo. Conocen el alcance de sus dichos. La capacidad de síntesis al instante. La saciedad de información. Ideólogo de alto calado. A Don Porfirio Muñoz Ledo solo lo ha vencido la dipsomanía. El carácter bohemio de las reuniones sociales. De los cafés políticos donde se forjan los acuerdos.
Porfirio es un hombre duro. No es caprichoso. Disciplinado conoce los tiempos. Nos sorprende en su edad adulta su inscripción para dirigir MORENA. Ninguno otro de sus contrincantes cuenta con hoja de vida tan fabulosa.
MORENA aprendió, como lo hizo antes el PRD, a dirimir sus diferencias internas en los tribunales. Muñoz Ledo puede y debe ser presidente del instituto político. Sin duda.
Servirá para cerrar una vida en plenitud de pensamiento. Cuando su cuerpo se nota ya cansado de tanto trajín. Si logra sobrevivir a las canalladas de sus compañeros militantes. Ese será su epitafio.