Mérida.- El miércoles 14 fueron exhibidos en la conferencia mañanera del presidente López Obrador los lazos que unen a un organismo “ciudadano” que se reputa como independiente, pero milita en la oposición a su gobierno, con el financiamiento ilícito de un gobierno extranjero, el de los Estados Unidos, y el que también recibe de grandes empresarios opuestos a la transformación del país. El país del norte, adoptando una política de dos caras, mientras por un lado, mantiene buenas relaciones con nuestro gobierno, por el otro, financia a organismos como este para que lo golpeen.
El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez, se encargó de explicar cuáles son los mecanismos empleados para el trasvase de las millonarias sumas por los magnates mexicanos y las instituciones estadounidenses dedicadas a desestabilizar gobiernos en el mundo, y quiénes son las personan físicas encargadas de recibir el dinero, aprovechando las “blanduras” de leyes mexicanas que se crearon cuando gobernaban los políticos con quienes, como se sabe, están aliados.
La del gobierno gringo es una práctica injerencista que explica la movilización de grupos manejados desde las derechas en ciertos países, cuyos pueblos decidieron romper las ataduras en que sus oligarquías los mantenían sujetos a sus propios intereses y a los del país del Norte y tratan de establecer gobiernos populares e independientes. Es entonces cuando surgen los bloqueos, las sanciones económicas, las guerras sucias internas y otras formas de ablandamiento. Los medios de propaganda a su servicio se encargan de esparcir por el mundo mentiras que tienen como fin validar las acciones de esas derechas cuyo fin es someterlos de nuevo.
Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) que es como le pusieron a la asociación que crearon para recibir abundantes recursos en México y del extranjero, Claudio X. González y Amparo Casar, representa un gran negocio para ellos –que quizás dividan con otro u otros socios más–, del cual no rinden cuentas. Si no fuera por la balconeada que les dio Pablo Gómez, no se sabría quiénes y cómo los financian. Lo que falta saber a detalle es qué han hecho con tanto dinero. Qué campañas sucias, además de las que se conocen de difamar al presidente y sus cercanos, han financiado.
MCCI obtuvo de 2016 a 2023 financiamiento nacional e internacional por 502 millones 588 mil pesos, de los cuales 96 millones 740 mil 613 pesos fueron recursos aportados, entre agosto de 2018 y enero de este año, por la embajada de Estados Unidos (EEUU) en México, a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés); y lo demás, 405 millones, por donantes mexicanos.
Llama la atención que el dinero donado por el gobierno de EEUU no se enviaba antes de 2018, cuando gobernaba el PRIAN, sino a partir de ese año que fue cuando el pueblo expulsó del poder a la derecha. Es de considerar, también, que el dinero aportado por las empresas o personeros de la oligarquía mexicana, es el que descuentan de los impuestos que tienen que pagar –sus empresas o ellos mismos– al fisco. O sea, que la oligarquía ha desviado más de 405 millones de pesos destinados a las arcas públicas, a golpear al gobierno que debió recibirlos.
Si bien es cierto que MCCI empezó a recibir dinero del extranjero en 2018, el que ha estado recibiendo de los ricos empresarios de nuestro país data de tiempo atrás, de 2016. Sumas fabulosas le han llegado a partir de ese año, provenientes de los grandes consorcios o de los bolsillos personales de los barones del dinero mexicanos, que por la vía del organismo dan su óbolo para movilizaciones, campañas de desprestigio y otras acciones.
Algunas de las fundaciones empresariales que han entregado recursos a la institución son la fundación Maelva, del empresario Valentín Díaz Morodo, que ha entregado 44 millones de pesos; el Sistema de Observación por la Seguridad, 34.2 millones de pesos; la Fundación Kaluz, de la familia del Valle Perochena, una de las más ricas del país, que donó 19 millones de pesos; la Fundación Unifin, con 12.2 millones de pesos; Fundación Alsea, 8 millones; Laboratorios PISA, 6 millones; Grupo México, de Germán Larrea, con una donación de 5 millones de pesos; al igual que las tiendas Chedraui y Fundación Soriana, con 4 millones de pesos, entre otros.
El dinero sale de los impuestos que esos grandes empresarios deben entregar a la hacienda pública; pero, en lugar de eso, lo deducen, es decir, lo restan a las cantidades que deben pagar y el dinero deducido se lo entregan, graciosamente a MCCI, cuyos apoderados legales son, nada menos que Claudio X. González Guajardo y María Amparo Casar Pérez, dos conspicuos miembros de los grupos más virulentamente opuestos al gobierno federal, quienes usan buena parte de los abundantes fondos en su beneficio personal.
Los dirigentes del grupo se sirven con la cuchara grande. De ese caudal el organismo destinó 203.3 millones de pesos al pago de personas físicas, entre ellas a la propia María Amparo Casar, por un monto de 26.5 millones, y a González Guajardo, quien se autorizó un pago por 11.2 millones de pesos, en el periodo 2016-2020. Debe recordarse que la señora Casar, no hace mucho, cuando le descubrieron el entuerto de la pensión irregular que recibe de Pemex por la muerte –suicidio– de su esposo y se la quisieron cancelar, declaró ante un juez –que obviamente “le creyó” y le dio la razón– que no tenía más ingresos que la susodicha pensión.
Es de destacar que las organizaciones no gubernamentales, como MCCI, se benefician de donaciones deducibles de impuesto, pero no hacen pública ninguna información sobre el destino de estos fondos, pese a que muchas de ellas se dedican a la política. Un ejemplo es la de Claudio X. González Guajardo, uno de los líderes de la coalición opositora, que pese a ello, sigue recibiendo abundante dinero de los potentados que quieren debilitar al gobierno porque cumple sus compromisos y no se desvía de su ruta.
Pero lo que es inaudito es que el gobierno norteamericano actúe con hipocresía y siga auspiciando a los opositores de un gobierno democrática y legítimamente constituido, mientras simula que quiere mantener buenas relaciones con él.