GOMEZ12102020

El California y otros cafés (2)
Francisco Ramos Aguirre

Ciudad Victoria.- Definitivamente, sólo una investigación más amplia haría posible documentar la interesante historia de los cafés antiguos en Victoria en los siglos XIX y XX. El registro de algunos de aquellos lugares se complica, considerando que su estancia fue corta y probablemente cerraron o cambiaron de nomenclatura. Una de las fuentes primarias para sumergirnos en este apasionante tema son los periódicos de la época, donde aparecen anuncios publicitarios del mencionado ramo prevalecientes en la memoria colectiva. Lo mismo los directorios generales de la República Mexicana, como el de 1902, donde aparece un molino de café propiedad de Manuel M. Hinojosa, establecido en la calle Hidalgo.

Vale decir que la mayoría de los cafés de Victoria, no sólo incluían en el menú la ancestral bebida, sino también comida, cerveza, refrescos, nieve, pan, repostería y otros productos de consumo popular. Bajo estas circunstancias, los famosos cafés de chinos cumplieron una función social importante en esta capital norestense, hasta cierto punto sedentaria, donde burócratas de gobierno, periodistas, políticos y turistas acostumbraban matar el tiempo.

Nos referimos al Café Alcázar, de Pedro Wong (después Café Campos); Café Turista, expertos en la receta original de shop suey, a un costado de la Terminal de Autobuses Flecha Roja; Café Central, de Alfonso Wong Chew; y Café Cantón, el único sobreviviente de aquellos años, entonces en el 8 Hidalgo y Juárez. En julio de 1943, según anuncio periodístico, se traspasaba porque su propietario se dispuso a: “… tener que salir fuera de la ciudad.” (El Gallito/julio 22/1943). Años después, El Cantón operó en el 9 Hidalgo y Morelos, enfrente de la Plaza Hidalgo, atendido por Luis Chío. Gracias a su panadería tradicional, el Café Tibet obtuvo renombre entre los preferidos de cafeteros y comensales de la localidad. Por el mismo rumbo, estaba el Café Picolino, atendido por Mercedes Flores Arias.

Por ubicación estratégica, la calle Juan B. Tijerina se convirtió en una de las avenidas de numerosos cafés de cualquier categoría. Algunos se convirtieron en escenario de aquelarres, como La Jarochita –8 Juárez y Zaragoza– y Victoria –8 Allende–, donde se expendían bebidas alcohólicas, mientras enormes sinfonolas reproducían a todo volumen canciones del momento. Ante este escenario, dice el periódico Noticias, del 3 de abril de 1957: “Los vecinos, transeúntes y visitantes, tendrán que seguir soportando los escándalos que diariamente se suscitan.” Otro negocio era el Café Paso del Norte –8 Carrera Torres–.

El California
A partir de los años cincuenta, existieron cafés para gustos refinados, donde los parroquianos se entretenían entre periódicos, pláticas sobre acontecimientos del día y comentarios de la picaresca política. Lo mismo se referían a chismes de alcoba, asuntos de gobierno, negocios y noticias policíacas, como el crimen los esposos Kennison, de origen norteamericano, despojados de su automóvil y dinero por dos gringos, uno de ellos de apellido Shelton, administrador del Hotel Trébol. En aquel momento El Café Turner’s y La Urraca se convirtieron entre los favoritos de turistas gringos, canadienses y familias victorenses.

Uno de los más célebres de la localidad era El Café California, en la calle Juan B. Tijerina, entre la terminal de Transportes del Norte y Estación Salinas de gasolina. Enfrente estaba La Terraza Victoria, pequeño espacio donde compañías teatrales ofrecían de paso funciones de cine y teatro. A unos metros, el imponente edifico de la Escuela Normal y Preparatoria; más allá el Palacio Federal, la iglesia de Nuestra Señora del Refugio, Plaza Hidalgo y Hotel Sierra Gorda, entre otros edificios importantes.

Sobre la presencia del establecimiento, debemos recordar que un sábado 9 de abril de 1938, Feliciano García Zepeda (probablemente primer dueño del California) anunció a través de las páginas del semanario El Gallito, sobre la inauguración de un local anexo para atender a su numerosa clientela a partir del domingo 17 de ese mes. Por tal motivo, a partir de ese momento se llamaría Café y Nevería El Patio California; uno de los salones más elegantes de la localidad: “…donde de antemano sabemos que concurrirán numerosísimas familias de la localidad para saborear las exquisitas y saborosas nieves de crema, chocolate y frutas naturales que se servirán con esmerada atención y limpieza.” A finales de aquel año, Feliciano amplió su servicio día y noche, con venta de comida, pescados y mariscos, camarón fresco. Además contrató un telefono y ofrecía servicio a domicilio.

A mediados de 1940, se promocionaba como El Café, Nevería California y La Estación Salinas, propiedad de Librado Salinas. Desde entonces, El California se convirtió en referente para turistas y lugareños, quienes disfrutaban almuerzos tamaulipecos de machacado con huevo, comidas corridas y a la carta. Además fue centro de reuniones mañaneras y amenas conversaciones entre políticos, periodistas, empresarios y ganaderos, entre ellos Enrique Cárdenas González, Cristóbal Guevara, Emilio Villarreal Guerra, Emilio Caballero Caballero, Elías Charur, Jesús Rodríguez y otros personajes, quienes desde temprano ocupaban varias mesas sentados frente a una humeante taza de café, antes de iniciar sus actividades.

Algunos años se convirtió en lugar favorito de los victorenses trasnochados y clientes asiduos, quienes acudían después de fiestas, bodas, bailes y graduaciones. Acostumbraban deleitarse con un buen plato de menudo, antes de retirarse a dormir. Lo mismo entrada la madrugada, saboreaban ese tradicional platillo, acompañado de una cerveza bien helada, para combatir la resaca.

Desde su fundación, este ampllio negocio con una sección al aire libre, fue competencia del Café y Nevería Alaska, de Lino Campos –frente al Jardín Juárez, contigua al Hotel Don Pepe–, donde vendían nieve ISCA de crema y chocolate, refrescos de frutas naturales, ladrillos, nieve y esquimales. Los victorenses de aquellos tiempos recuerdan El Alaska, La Urraca (de la cual hemos escrito), El Teka –sitio preferido de la Banda del Zapato Blanco y el Club Weberson– y El California cumplieron su ciclo y para los años noventa del siglo pasado desaparecieron del radar de los políticos bebedores de café.

Al transcurrir del tiempo, surgió El Café Daddy’s, del Hotel Everest y otros más en el marco de la globalización comercial, ajustados a un nuevo concepto económico, familiar y de servicio.

Actualmente el consumo del café expreso, lechero o americano en Victoria se ha diversificado gracias a las tiendas OXXO, donde puede adquirirse a precios módicos, a costa de generar envases desechables. Definitivamente el café es una bebida imprescindible en los restuaurantes en cualquier desayuno; sin olvidar las cafeterías de moda, por ejemplo Mostachon, Coffe Bread, Italian Coffee, María Bonita, Vip’s, Rosita, Starbucks y Centeno, por nombrar algunos donde se ofrece buen servicio a los cafeinómanos.

* Cronista de Ciudad Victoria.