La revista Proceso informó que de acuerdo con evidencia encontrada en los papeles de Guacamaya la iniciativa habría sido elaborada por el jurídico de la SEDENA y el presidente López Obrador había sido solo el mensajero de lo que querían los militares para permanecer en las calles realizando labores de seguridad pública que es doblemente grave.
Ahora que se rediscutió el tema en comisiones y se llevó al pleno del Senado, como sabemos nueve de los doce senadores del PRI decidieron votar a favor de la minuta “mejorada” para que el ejército permanezca en las calles hasta el 2028.
Y, entre ellos, se encuentra el senador sinaloense que está vez no consultó a los sinaloenses para explicar lo sucedido en comisiones y sí mantenía la opinión negativa. Se fue por la libre. Lejos de quienes seguramente no han cambiado de opinión en tanto no se toque en la minuta la estrategia de seguridad pública -Yo, al menos, sigo pensando, que sí no se revisa la estrategia de seguridad pública por más evaluaciones e informes que se presenten se estará haciendo lo mismo y obteniendo los mismos resultados.
Es comprensible, más no justificable, que lo hagan los senadores morenistas Imelda Castro y Raúl Elenes por disciplina, ambición, incondicionalidad, falta de talentos o independencia, pero, el senador ahúmense, debió cerrar el ciclo volviendo a consultar sobre el sentido de su voto por simple congruencia y respeto a la palabra.
¿Qué hizo cambiar de opinión al senador de primera minoría? En una charla telefónica que sostuve con él habría sido una sui generis manera de construir institucionalidad.
Según, él, no se trataba de obtener el todo o nada. Era mejorable la minuta del 5° transitorio constitucional. Había que dar un nuevo voto de confianza al ejército para que se siguiera haciendo cargo de la seguridad pública, es decir, la misma estrategia de Felipe Calderón desde que declaró la “guerra contra el narco” y que fue continuada por Enrique Peña Nieto y ahora, con más atribuciones, constitucionales y reglamentarias por López Obrador.
Había, según lo conversado con Zamora, que buscar una tercera vía al todo o nada, que tendría que ver con la mejora y aprobación de la minuta del transitorio constitucional.
Aquella que finalmente resultó afirmativa luego de las presiones y ofertas que seguramente se hicieron para obtener el voto de los hoy senadores conversos, incluso, traidores, para muchos ciudadanos y observadores políticos, luego, de las negociaciones que se celebraron en las comisiones legislativas.
Y, argumentan hoy los conversos al morenismo, el secretario del ramo tendrá que comparecer ante el Congreso de la Unión para informar sobre el avance en las tareas de seguridad pública y en 2023, si hasta 2023 para 2024, asignar recursos, por supuesto, a discreción del presidente López Obrador, para el fortalecimiento de las policías en los estados y municipios.
Sin embargo, en el supuesto, de que la estrategia nacional vaya a peor cómo lo indica la tendencia que acumula en este sexenio 130 mil homicidios dolosos, decenas de miles de desapariciones forzadas, miles de feminicidios, ¿Qué haría la diferencia de lo que tenemos hoy si la minuta no contempla corregir lo que es el tema de fondo que es la estrategia fallida? ¿Con que recursos cuentan los legisladores para revertir la decisión? Acaso ¿no ven que eso habrá de derivar en lo que son las comparecencias de los secretarios de Estado?
Por eso el presidente López Obrador y los militares inmediatamente dijeron a todo que sí y en ese sí, desnudaron a los once senadores que cambiaron del no, al sí, los presentan como traidores a la palabra empeñada y políticos de una candidez que no merecen estar en la representación política.
Mario Zamora quedó exhibido ante los sinaloenses como un político inconsistente de mucho bla bla, pero que a la hora de la verdad se vende a cambio de cuentas de vidrio y tratará ahora de convencer a sus paisanos de que fue una decisión correcta -Imelda Castro y Raúl Elenes, ni siquiera eso, cumplieron órdenes, no atendieron a convicciones.
Así, Zamora, para muchos, le respondió no a los sinaloenses sino a su dirigente Alejandro “Alito” Moreno, quien debe estar feliz porque ofrece resultados y nadie se acuerda ya de los audios del Jaguar y va a lo siguiente, sea en lo legislativo, cuando se discuta la reforma electoral que busca debilitar al INE y al TEPJF o a lo político, a una coalición PRIMOR, en los próximos comicios estatales y federales.
En esa perspectiva muy pronto a Mario Zamora estará diciendo, como ya lo ha dicho, que nunca votara contra el INE o el TEPJF, pero luego de lo que acaba de ocurrir ¿habrá quien se lo crea? ¿quién le dé un voto de confianza? No lo creo. Mario Zamora con su voto converso perdió en un tris lo ganado entre los sinaloenses a cambio de nada. Quizá, piensa, en su foro interno que ese voto converso le allana el camino lo que estaría por verse, pero, sospecho, que no le espera un consulado o embajada.
Claro, hoy tiene el apapacho de los morenistas en especial del gobernador Rubén Rocha y el embajador Quirino Ordaz quienes lo felicitaron y eso alimentará su ego, pero será un alimento fugaz, efímero, como un destello de luz.
La política, se ha dicho mucho, es de circunstancias y su arte, es que aun las condiciones más adversas, con las mayores presiones, salga adelante el talento y la dignidad política para transformar las circunstancias en virtudes colectivas.
Y a Mario no se le vio en la conversión talento político, y, tampoco, sentido de dignidad y congruencia por eso, muchos de esos amigos, ciudadanos y líderes de opinión lo ven desnudo.
Al tiempo.