PEREZ17102022

El día después
Filiberto Pinelo Sansores

Mérida.- Con los resultados del 2 de junio, se vino abajo el mundo de fantasía de la candidata de la derecha Xóchitl Gálvez y los muchos viejos vividores del erario que pensaban volver al ruedo y continuar su carrera de décadas royendo huesos. Muchos políticos del PAN, el PRI y el Perderé, que cifraban sus esperanzas de dar continuidad a sus carreras de parásitos a cuenta del presupuesto, ahora están como pájaros sin alambre, pensando qué será de ellos.

En el mitin de cierre de campaña del candidato prianista a gobernador de Yucatán, Renán Barrera Concha, efectuado en Mérida, el 28 de mayo, Xóchitl Gálvez, la fantasiosa cuanto contumaz mentirosa candidata presidencial del frente opositor –instalada, todavía, en la pompa de jabón desde la que, por largo tiempo, estuvo engañando ilusos– repartió puestos al por mayor: “Tenemos al mejor gobernador, Mauricio Vila –exclamó y, dirigiéndose a él, agregó–: Tú vas a ser parte de este gabinete”.

Y, volviendo la mirada a otro punto, ofreció otro cargo. Esta vez a la dinosáurica ex gobernadora de Yucatán, Dulce María Sauri, a la que dijo: “no te me vas a escapar”. Sonrisas de “ya la hice” se dibujaron en el rostro de los dos considerados.

Hasta horas antes de empezar la jornada electoral, decenas de miles de políticos, que durante años estuvieron mamando de las ubres presupuestales, estaban firmemente convencidos de que al anochecer del domingo tendrían la confirmación de que –ya sea en el mismo puesto o en uno nuevo– sus exitosas carreras seguirían adelante.

Sin embargo, al final de ese día, en lugar de eso, un enorme balde de agua helada les cayó encima al enterarse, por voz de la presidenta del INE, Guadalupe Taddei –quien en cadena nacional leyó los resultados– que el pueblo de México, del uno al otro confín, los había desechado y condenado a quedar fuera de las nóminas oficiales, a unos para siempre, y a otros quién sabe por cuanto tiempo.

Antes de estas elecciones, Yucatán era una entidad dominada por el PAN, pues en sus manos está el gobierno del Estado, encabezado por Mauricio Vila; el Congreso estatal, con 14 de los 15 diputados de distrito que lo integran (hay además en este 10 plurinominales distribuidos entre 6 partidos, de los cuales 3 son de Morena); durante 9 años consecutivos, la alcaldía de Mérida y durante menor tiempo importantes ayuntamientos como Progreso, Tizimín, Valladolid y Kanasín. El estado estaba pintado de azul. La derecha presumía de la invariabilidad política e ideológica de sus habitantes, una vez descartado su retorno a los brazos del PRI, hoy en plena decadencia.

Pero se equivocaron, el pueblo tenía otros planes. Y los papeles se revirtieron. Un fulminante cambio se produjo en la entidad con los resultados de ese día. No obstante el enorme gasto que hicieron sus principales candidatos –en abundante propaganda y onerosos gastos de campaña– con recursos del erario y de sus mecenas privados permanentes –que les dan mucho dinero que luego recuperan con contratos y concesiones–, el pueblo yucateco votó, mayoritariamente, por un cambio radical en el ámbito local y la continuación, en el nacional, del proyecto de la izquierda, en su segunda etapa, encabezado por la doctora Claudia Sheinbaum.

De la noche a la mañana, los principales puestos en disputa cambiaron de manos, comenzando por el principal, el de gobernador. El abanderado de la izquierda, Joaquín Díaz Mena (Huacho), triunfó por amplio margen sobre Renán Barrera, el representante del Prian; y en el caso de la Cámara de Diputados del Congreso local, Morena y sus aliados vencieron a la asociación de la derecha en la contienda con tal contundencia, que el partido guinda no tendrá derecho a ningún diputado plurinominal.

Después de años de estar construyendo un imperio que muchos creían inamovible, los excesos les cobraron factura. “No puede ser”, “pellízcame para que despierte de esta horrible pesadilla”, seguramente era lo que decían algunos de los que ya se sentían diputados, regidores, senadores, o miembros del gabinete estatal, ante la dura realidad. Y los que por primera vez iban a ingresar a las filas de la dolce vita han de estar inconsolables.

La casta divina alcanzó sólo a preservar –de lo más valioso en disputa– la ciudad capital, Mérida, donde ganó postulando a una política de vieja data, Cecilia Patrón Laviada, quien estuvo haciendo campaña por el puesto desde hace muchos años, gracias a que a su adversario, el candidato de Morena, el clavadista Rommel Pacheco, fue objetado por integrantes de su propio partido, muchos de los cuales hicieron campaña en su contra con el argumento de ser un “chapulín”, apoyados por el periódico de la derecha, el Diario de Yucatán, que no le perdonó haber desertado del PAN después de ser considerado una de sus promesas del partido.

En todo México hay caras largas en la derecha, que no termina de asimilar la derrota. Es de imaginarse que muchos tenían cifradas sus esperanzas en el triunfo imposible de esta pandilla que, sin embargo, hizo todo lo posible por perder. Les será muy difícil a sus aspiracionistas integrantes entender su dura realidad. Y más aún obtener chamba en los escasos espacios públicos que les quedarán. Son decenas de políticos de la derecha los que tratarán de entrar en los pocos cargos que conservaron, mismos que, si no se ponen abusados –en el plazo medio– pueden también perder.

Por supuesto, los machuchones se protegieron y dejaron colgados de la brocha a los menos encumbrados. Así como a nivel nacional Alito Moreno, Marko Cortés, Chucho Zambrano, Rubén Moreira y su esposa Carolina Viggiano, nada tontos, sabiendo lo que venía, se apropiaron de candidaturas que iban a la segura, en Yucatán, los caciques locales del Prian hicieron lo mismo. El ex gobernador Zapata Bello y el actual gobernador Mauricio Vila serán senadores de la república. Pero, ¿y los demás?

Los demás se van a agarrar de la greña disputándose los pocos espacios que les dejaron y que en cada elección son menos. Ahora sólo les queda el ayuntamiento de Mérida como fuente de empleo, para absorber a tanto damnificado del temblor trepidatorio que sacudió al estado y los diezmó. Como Sísifo, que subía con gran esfuerzo una piedra a una montaña y al llegar a la cima la piedra se le resbalaba y tenía que empezar, así la derecha hoy tiene este reto. Tarea que es difícil saber si va a poder realizar.