Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de julio de 2019.- La escena en el Foro Lindbergh de la Colonia Hipódromo era de ensueño: infantes deslizándose a bordo de sus patines; jóvenes paseando perros; familias disfrutando el sol. Música brasileña de fondo gracias a un grupo que ensayaba capoeira. Toda una postal de paz en esta colonia considerada Barrio Mágico en la Ciudad de México, excepto por un detalle: la voz de Rafael Guarneros, integrante del Comité Fundacional de Residentes, quien pronunciaba al fondo el clamor de todo una organización vecinal que ya no quiere tener miedo, sobretodo después del feminicidio de la activista urbana María Cristina Vázquez Chavarría.
Armado con micrófono, bocina y vecinas y vecinos secundándolo con pancartas en las que se leía “Vivir sin Miedo”, Rafael hablaba de la lucha por seguridad que el grupo de residentes encabeza de 2017, cuando apenas denunciaban el incremento de robos. El 27 de junio pasado, su lucha enfrentó el ataque contra Cristy, licenciada en Hotelería, trabajadora soltera, sin hijos, 52 años de edad, quien esa madrugada fue víctima de golpes, abuso sexual y asesinato, apagando una de las voces más aguerridas de la organización. A Cristy la mataron, reportaron vecinos en sus chats durante la tarde del primero de julio, cuando se dieron cuenta de que el olor fétido del departamento 6 provenía del cadáver descompuesto de la vecina. A Cristy la mataron, reportaron vecinos mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador festejaba el primer aniversario de su triunfo electoral ante miles de personas reunidas en el Zócalo.
En el país de los feminicidios, el de la activista no fue portada, aunque sus fotografías desnuda, boca abajo, violentada (tomadas por funcionarios públicos) circularon de inmediato sin ningún filtro en redes sociales y portales de nota roja. Si acaso hubo, dos o tres días después, seguimiento en medios de comunicación tratándose del feminicidio de una defensora urbana. Y nada más.
A diferencia de otros casos de alto impacto (porque en nuestra ciudad violenta ya establecimos niveles para los crímenes), en el feminicidio de Cristy las autoridades no organizaron conferencias de prensa para abordar de manera especial este crimen, sino que han proporcionado información en entrevistas improvisadas (llamadas “banqueteras”).
El 8 de julio, Naciones Unidas condenó el feminicidio y exigió esclarecerlo y aun así, no se dieron pronunciamientos inmediatos de respuesta por parte del gobierno central ni de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ni de la comisión local. Cristy se convirtió en la primera defensora de la Ciudad de México asesinada en los últimos dos años, con un rango de importancia internacional similar al de los activistas Samir Flores, Sinar Corzo y Bernardino García. Pero en esta Ciudad de México, aquejada por tantos demonios, la muerte violenta de Cristy se sumó a muchas otras.
Uno de estos demonios constituye, justo, una de las líneas de investigación en el feminicidio de Cristy: su abierta oposición al proyecto “Desarrollo Baja 370” , que violentó normativas de construcción, entre ellas la de tener el doble de pisos permitidos en la zona de La Condesa. Ella fue la primera en reportar, vía anónima, las irregularidades en el edificio que, si hubiera justicia, debería estar demolido y no servir de refugio y almacén de delincuentes, como Cristy denunció en varias ocasiones ante los jefes de policía de la colonia.
El jueves 4 de julio, sus vecinos le organizaron un homenaje en el Parque de la Amistad México-Japón. Y al día siguiente, por la noche, una misa. La semana pasada, presentaron una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México , para pedir que se investiguen anomalías de la investigación (como la filtración de fotografías del cadáver). Y hasta este domingo 14, no se han reunido con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a pesar de que le solicitaron una audiencia justo después de que se reportó el feminicidio. “Vayan a las audiencias públicas”, les respondió una funcionaria que opera como enlace vecinal. De la oficina del gobierno de alcalde de Cuauhtémoc, Néstor Núñez, también les prometieron una reunión el viernes 5 de julio. Se pospuso “por cuestiones de agenda”.
La audiencia pública, pues, la pronunciaron vecinas y vecinos: “Convivimos con el miedo, miedo a levantarnos, salir a la calle, a salir a trabajar o ir a la escuela y ser asaltado en el Metro, el camión, el taxi o durante un congestionamiento, en un paso a desnivel o en un puente peatonal. Miedo a caminar por la calle sin ser presa del depredador urbano que anda a la caza de la víctima para satisfacer sus instintos y necesidades”, leyó Guarneros en el comunicado donde también emplazaron al gobierno a que presente, dentro de un mes, una estrategia eficaz de seguridad que incluya las propuestas de la población.
Todo, en el nombre de una víctima que ya se convirtió en emblema de una lucha vecinal, tal como me dijo Quetzal Castro, coordinadora del comité Hipódromo Condesa II durante una entrevista y quien, por cierto, también ha recibido intimidaciones por su activismo: “Cristy somos todos”.
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