GOMEZ12102020

El heredero
Ernesto Hernández Norzagaray

“No estamos jugando a reformar el capitalismo,
estamos haciendo la revolución socialista.”

Froilán Rendón, guerrillero sinaloense caído a los 20 años

Mazatlán.- Aquella mañana fría del 16 de enero de 1974, el común de los “culichis” hacía su rutina diaria y no imaginaba lo que momentos después vendría y alteraría la vida en las calles de Culiacán con la Jornada Nacional de Agitación y Organización de masas, a la que había llamado la dirección de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S).

A este ejercicio insurreccional se le llamó Asalto al Cielo, como un homenaje vivo a la Comuna de París de 1871, cuando obreros socialistas y anarquistas gobernaron lo que posteriormente se llamó Ciudad Luz. Aquel gobierno libertario fue por un periodo de 60 días constituyendo el primero de este tipo en la historia de la humanidad.

Los dirigentes de la LC23S, haciéndole honor, habían decidido hacer un ejercicio insurreccional en la capital sinaloense, con su expresión local el llamado grupo de los “enfermos”; esto es, jóvenes ultraizquierdistas que respondían a sus detractores con un: “¡Sí, estamos enfermos del virus rojo del comunismo, y no hay medicina que nos cure!”

Acción que tuvo una épica y provocó la reacción violenta de las fuerzas de seguridad del Estado con las consiguientes detenciones, tortura, muerte y clandestinidad entre estos jóvenes que participaron y pertenecían principalmente al Tecnológico de Sinaloa, la Normal y las Casas de Estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que tenía por nombre el de un joven revolucionario que participó en la gesta de 1910: Rafael Buelna Tenorio, y la otra la del guerrillero guerrerense: Genaro Vázquez.

En aquellas jornadas donde se movilizó a campesinos, jornaleros, trabajadores urbanos, profesores y estudiantes, hombres y mujeres, han transcurrido 48 años y seis meses y hasta ahora ha sido materia de historiadores que han documentado los hechos de aquel día tan significativo para la historia política de Sinaloa y la izquierda radical –así lo registra el historiador sinaloense Sergio Arturo Sánchez Parra, en el libro Estudiantes en Armas (2012); y más recientemente, El 68 en Sinaloa. Una juventud en lucha por la democracia (2018).

La Quincena y el diario digital 15Diario, medios de comunicación regiomontanos, han hecho un esfuerzo para animar una reflexión a los 50 años de la muerte de Raúl Ramos Zavala, ideólogo y fundador de la Liga; pero también la recuperación de aquellas acciones, movimientos, teorías, lugares y personajes que son indispensables para comprender lo ocurrido en los años de lucha armada.

La jornada del Asalto al Cielo hay que inscribirlo en un proceso internacional marcado por la crisis del modelo democrático en los países desarrollados que desembocó en los movimientos estudiantiles de París, Berlín, Berkeley, Kent y, con otra dinámica, en México 1968, producto de un régimen político autoritario que llevó a una radicalización de sectores sociales que llegaron a la conclusión política de que en México “estaban cerradas las puertas a la vía democrática”; y por lo tanto, las fuerzas progresistas y revolucionarias estarían llamadas a tomar las armas para lograr la democracia incluso el socialismo.

Evidentemente, después de la masacre del movimiento estudiantil de 1968 y la represión en contra de los estudiantes en junio de 1971, además de otras expresiones de lucha social en distintas regiones del país, el sistema político era incapaz de procesar ordenadamente las demandas que tenía el llamado “orgullo de la revolución mexicana”, las clases medias, y opta por la represión como mecanismo para conservar el control político.

En Sinaloa, estaba fresco el apoyo al movimiento estudiantil de 1968 y el repudio a los actos represivos de la primavera de 1971; incluso, de manera particular, la lucha en 1972 contra la imposición del rector Gonzalo Armienta Calderón.

Solo que el movimiento estudiantil estaba dividido entre los “reformistas” del PCM y el grupo José María Morelos, mejor conocido como los “Chemones”, y un sector “revolucionario" de estudiantes conocidos como los “enfermos”, que proclamaban “no queremos reforma, queremos revolución”, lo que llevó al enlace con la LC23S y aquella radicalización convirtió a la Universidad en un campo de batalla donde algunos de estos estudiantes perdieron la vida.

El Asalto al Cielo se convirtió entonces en una suerte de catalizador de las posturas políticas que existían en la capital del estado y explica la deriva represiva que terminó por eliminar al sector más radicalizado. Abriendo, así, espacios para que la Universidad retomara paulatinamente sus funciones sustantivas, aun cuando duraría al menos una década para estabilizarse, reduciendo la fuerte dosis de radicalización política e ideologización.

Y además, luego de la reforma electoral de 1978, muchos activos de aquel movimiento radical encauzaron sus energías hacia la causa democrática, como fue el caso del PCM, que en 1979 logró el registro electoral; y los “Chemones” se habían integrado al PMT, para desde ahí hacer política nacional; incluso el ala radical, los llamados “enfermos”, entró a un proceso de “rectificación”, formando la Corriente Socialista, y más tarde el Partido Patriótico Revolucionario, que terminarían convergiendo con sus antiguos adversarios políticos e ideológicos en el Partido Socialista Unificado de México.

Este proceso, que va del radicalismo ultraizquierdista hacia la democratización del sistema político mexicano, es el gran tránsito que se vivió en el último cuarto del siglo pasado y en especial, el proceso de agregación política que va dando forma a la metamorfosis del cuádruple PCM-PSUM-PMS-PRD, que haría una gran contribución a la dinámica de cambio en el país.

Entonces, ¿cómo entender la transición y la alternancia democrática sin considerar la contribución de la izquierda desde varios frentes a las instituciones que hoy tenemos? ¿Cómo no apreciar su contribución al pluralismo político? ¿Cómo desdeñar su papel en los procesos de alternancia que se vivieron en los estados hasta llegar a la presidencia de la República? Incluso, la dinámica agitada que terminó favoreciendo la llegada a la presidencia de AMLO.

Hablar del Asalto al Cielo significa comprender que el proceso de cambio político no sólo es producto de las grandes movilizaciones de los años sesenta, sino también de las rupturas que dieron forma a organizaciones antisistema y terminarían haciendo su singular contribución a la vida democrática; incluso, en perspectiva, el proceso de desmantelamiento de instituciones democráticas y la militarización que hoy estamos viviendo, significa traición de un gobierno que se jacta de ser heredero de aquellas causas, que desde la política y las armas pugnaron con su vida por un mejor país, un país más democrático.

En definitiva: ¿qué pensaría el joven Froilán Rendón si viviera y supiera que un gobierno que se asume de izquierda, y heredero de su causa, hoy lucha con todo por militarizar el país?

Al tiempo.