Monterrey.- Celebrar el natalicio del Benemérito de la Patria y de las Américas cada 21 de marzo, debe cobrar más relevancia por ser el símbolo de la lucha contra la opresión, el protagonista histórico de la segunda gran transformación de México con las Leyes de Reforma y por dejar para el mundo su frase inmortal “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Benito Pablo Juárez García, nacido un 21 de marzo de 1806, hijo de Brígida García y de Marcelino Juárez, humildes campesinos zapotecas de San Pablo Guelatao, en la intrincada Sierra de Ixtlán de Oaxaca, es el héroe de nuestra historia y quien nos une en la mexicanidad.
Después de años como Presidente errante por el territorio nacional, tras la devastadora invasión norteamericana y la aberrante intervención francesa, no solamente logró darnos sentido de identidad nacional y cohesión social, sino que reinstauró la República con la Constitución de 1857 y con las Leyes de Reforma. La formación del Estado Mexicano se debe en mucho a él.
Al tener la oportunidad de visitar la ciudad de Oaxaca de Juárez, el pasado 24 de febrero, durante la Primera Conferencia Nacional de la Sectorial de Mujeres del Partido del Trabajo, tuvimos el honor de rendirle tributo, especialmente a su madre, quien falleció durante un parto. Su padre moriría tiempo después, por lo que Benito Pablo quedó huérfano a los 3 años de edad.
En Brígida García reconocemos a la madre sacrificada y a la mujer trabajadora en la larga lucha por la liberación nacional y la construcción de una mejor sociedad. En Brígida tenemos al ejemplo para más de cuatro millones de mujeres indígenas mexicanas, quienes a 200 años de constituida la República enfrentan los retos de ejercer sus garantías sociales a la educación, a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la justicia y al desarrollo equitativo y sustentable con pleno respeto a sus derechos humanos.
La histórica lucha del “hijo del pueblo”, como se refería Juárez a sí mismo, representa la realidad de un Presidente de una República ocupada por el Ejército Imperial de Napoleón y gobernada por el emperador Maximiliano de Habsburgo, cuya corona ofreció un grupo de conservadores, que pasaron a la historia como “vendepatrias”.
Como Presidente de México su vida se tornaría más relevante por los muchos logros alcanzados tras la expulsión del ejército invasor francés, ya que ejecutó uno de los hechos más determinantes para el país al proclamar las Leyes de Reforma y erigir a México como un Estado Laico.
Hace 170 años era impensable e inimaginable que el primer y único Presidente indígena de México en nuestra historia, promovería y lograría la aprobación de las reformas constitucionales y leyes para:
1.- Separar al Estado de la Iglesia,
2.- Eliminar el fuero eclesiástico.
3.- Nacionalizar los bienes del clero.
4.- Establecer el matrimonio y el registro civil.
5.- Promulgar la libertad de culto.
Además de eliminar la educación religiosa, Juárez legisló para que la educación fuera pública, gratuita, obligatoria y, sobre todo, laica. Por ello, la historia moderna de la educación en México está estrechamente relacionada con los ideales liberales y progresistas.
La relación de Benito Juárez con Nuevo León se enmarca en el contexto de los conflictos separatistas, que llevaron a la anexión de Coahuila por parte de Nuevo León, debido a la pretensión del gobernador Santiago Vidaurri de establecer la República del Río Grande. Mediante un decreto presidencial, Juárez disolvió el Estado de Nuevo León y Coahuila en 1864. Vidaurri escaparía a Ciudad de México, donde sería aprehendido y fusilado.
La dureza de la justicia aplicada contra Maximiliano, Vidaurri y muchos otros colaboradores del Imperio, Benito Juárez la explicó en el histórico texto que remata con su frase inmortal:
“No ha querido ni ha debido antes el gobierno, y menos debiera en la hora del triunfo completo de la República, dejarse inspirar por ningún sentimiento de pasión contra los que lo han combatido. Encaminemos ahora todos los esfuerzos a obtener y consolidar los beneficios de la paz… que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos, pues entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.