PEREZ17102022

El hombre que sólo amaba los números
José Ángel Pérez

Monterrey.- El matemático húngaro Paul Erdós era un genio excéntrico, trabajaba diecinueve horas diarias haciendo matemáticas; siempre decía: “Un matemático es una máquina que convierte café en teorema”. Cuando sus amigos le aconsejaban no trabajar tanto, Erdós contestaba: “En la tumba habrá mucho tiempo para descansar”.

Si el singular genio enfermaba, era común escucharle decir: “No entiendo por qué el FS ha encontrado apropiado enviarme un resfrío (Erdós llamaba Fascista Supremo –FS– a Dios). Irreverentemente decía : “El FS nos creó para gozar de nuestro sufrimiento; entonces, cuando más rápido morimos, más rápido hacemos fracasar sus planes”. Paul Erdós, además de ser un genio fuera de lo común, poseía un singular sentido del humor; llamaba “épsilon” a los niños (épsilon es la letra griega empleada en cálculo para expresar cantidades pequeñas); a las mujeres las llamaba “jefes”, “liberados” a los divorciados, “capturados” a los casados, “ruido” a la música, “veneno” al alcohol, “predicar” al dar una clase de matemáticas.

Paul Erdós es el matemático más prolífico que ha existido. A él sólo le interesaban las matemáticas. Cierta ocasión, cuando un socialista húngaro expresó: “La propiedad privada es un robo”, Erdós contestó: “La propiedad privada es un fastidio”.

No le interesaban las cosas materiales: lo que este genio ganaba en sus clases y presentaciones, lo regalaba a sus amigos o a gente necesitada. Ronald Graham cuenta que cierta ocasión Erdós supo de un estudiante brillante que necesitaba mil dólares para inscribirse en Harvard; entonces lo buscó y le proporcionó el dinero, diciéndole que se lo regresara cuando esto no le ocasionará problemas. Diez años después Glen Whitney, que así se llamaba el estudiante, le llama a Graham, asistente de Erdós, para preguntarle si éste iba a querer el dinero con intereses; cuando se lo hizo saber, la respuesta del célebre genio de las matemáticas fue la siguiente: “Dile que haga con los mil dólares lo mismo que yo hice con ellos”.

Los genios que irradian luz y son muy especiales. Paul Erdós fue uno de ellos.