GOMEZ12102020

El Muchacho Alegre
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- El arquitecto Armando Galván, sin duda el constructor de obras emblemáticas del paisaje mazatleco, fue durante mucho tiempo quien regenteó la concesión federal donde se encuentra ubicado el exitoso restaurante El Muchacho Alegre.

El arquitecto Galván, como le decíamos sus amigos, hizo varios intentos de montar un buen restaurante y lo logró, porque siempre se preocupó por conciliar la buena cocina, la atención y los precios; pero por alguna razón, el negocio no despuntaba y se volvía sólo un punto de encuentro de amigos y clientes fieles que, de tarde en tarde, de noche en noche, se reunían para disfrutar alimentos y tragos desde ese punto inmejorable del Paseo Claussen.

Varias veces me comentó las dificultades que había enfrentado para conservar el lugar por estar en zona federal y, por supuesto, explicaba las limitaciones para ampliarse hacia cualquier lado del inmueble.

No obstante, quería el lugar y perdía dinero en él, hasta que un día decidió desprenderse e ir a lo suyo, que era la construcción. Y así fueron apareciendo las primeras torres que se levantaron en el puerto y, lamentablemente, no logró ver realizados tres proyectos mayúsculos para la zona en cuestión:

La construcción de una pequeña marina aledaña a la Facultad de Ciencias del Mar, de la que me entregó un CD con un trabajo muy profesional que, sin duda, hubiera mejorado la zona que en ese entonces se encontraba abandonada; la siguiente era la remodelación del barrio donde se encuentra la cancha Martiniano Carvajal, que ha venido cambiando; y finalmente, un desarrollo turístico donde están los cañones y la ruina llamada Casa del Marino, que hasta la fecha está en abandono y amenazada por el comercio ambulante (ya invadió impunemente la playa Los Pinitos).

¿Qué hubiera sucedido de haberse realizado estos tres proyectos? No lo sé, pero sin duda hubiera cambiado la fisonomía de la zona, que ha mejorado pero conserva rezagos, que por momentos resultan insalvables, como es el caso de la Casa del Marino, que día a día se cae a pedazos, cuando podría ser un atractivo histórico para el destino turístico.

Pero volviendo al restaurante El Muchacho Alegre, propiedad de Ricardo “Pity” Velarde, quien además de empresario se desempeña como titular de la Secretaría de Desarrollo, Turismo y Pesca Municipal; y hasta ahora los vecinos del puerto poco hemos conocido de sus proyectos y obras en el tiempo que lleva en el cargo que antes detentaba Luis Terán; pero sí hemos visto que su restaurante ha tenido el éxito que no tuvo el arquitecto Galván; quizá a nuestro amigo le faltó marketing y una tambora sinaloense que alegrara a los presentes, pero también padrinos políticos que le facilitaran las cosas, como sucede con el joven Velarde, que nos dicen tiene y gracias a ello está pensándose como candidato a la alcaldía del puerto.

Y es que mire lector: el espacio de construcción que tuvo el restaurante de Galván nunca creció un centímetro, por ser parte de una zona federal, y los permisos federales son muy estrictos cuando se construye en playas; y entonces sucede que las restricciones se ablandan cuando hay hechos consumados de lo que hemos visto mucho en Mazatlán; y vemos las obras del Muchacho Alegre que está ampliándose hacia la zona de la playa norte donde reside la histórica flota de pangas que surten de pescado a los mazatlecos, en una clara agresión contra los pescadores, pero también de la playa y las aves, más otras especies que embellecen el paisaje.

Se está levantando una mole de concreto sobre la playa y eso a todas vistas es ilegal, como muchos lo saben; y ahora el diputado federal Juan Torres lo ha tomado como bandera; sin embargo, lo sorprendente es que el alcalde Benítez, que está interesado en “recuperar” el estadio de beisbol o autoriza topes altos en la zona dorada, aquí ni él, ni las autoridades de la SEMARNAT y el INAH, han detenido la obra que va viento en popa.

Esto hace suponer que detrás de esta obra hay tráfico de influencias y eso va en perjuicio de un bien público, como son las playas; y los más grave es que esta tolerancia anime a otros a hacer lo mismo.

Hay por ahí, nos dicen, gestores de testaferros de inversionistas rusos para construir tres restaurantes de dos niveles en la zona federal de la Avenida del Mar, del Monumento al Pescador-Los Monos Bichis, a la Discoteca Valentino, por cierto, esta obra del talento de Armando Galván; que de ser cierto le restaría atractivo natural, espacio a los amantes de la playa y vista a quienes han comprado departamentos de las partes bajas de las torres. Indagaremos de la veracidad de esta información; por lo pronto, el ciudadano Javier Calderón ya interpuso un recurso jurídico en contra de la ampliación de El Muchacho Alegre.

Al tiempo.