Monterrey.- Mujer de ideales personales. Se le mantiene presa en Santa Marta. El estado mexicano le pide delatar a pares y superiores. Rosario Robles arrinconada en la celda. Fue ella coludida con Carlos Almada, quien detonó el escándalo de los apoyos para AMLO en las manos de Rene Bejarano.
Rescatada y servicial en el régimen de Enrique Peña Nieto, instrumentó el desfalco millonario en la mal llamada estafa maestra. Rosario con sus subordinados, en un esquema de bonanza, repartieron recursos públicos. Universidades estatales, rectores y empresas fantasmas, recibieron el flujo de efectivo. Lo reingresaron a una cuenta concentradora. Con el corte de caja de las comisiones de cada beneficiario.
La presunción es el uso de dinero en la compra de votos para las elecciones consecutivas. Puede ser considerada presa política. No ha logrado expiar sus culpas. Mucho menos, accedido para nombrar a quienes le pidieron implementar el proyecto. Aunque todo apunta hacia Luis Videgaray, Enrique Peña Nieto y el Partido Revolucionario Institucional.
Emilio Zebadúa, el ex oficial mayor de Rosario, vinculado también, ha preferido adentrarse como testigo protegido. Las lealtades políticas no incluyen la caída en desgracia. Eso lo ha entendido Zebadúa. Prefiere dar nombres. Incluye a Rosario, a muchos de sus superiores. Rosario, en las innumerables noches de prisión, extraña la bonanza. Pero más, la libertad. A costa del silencio.