Monterrey.- Ese oso sinvergüenza se acerca así de cerquita, a un pelito de rana, y orondo el mondao se jugosea en las pompis de tu morra con mirada obscena.
Ya coquetea, ora fantochea, mañana fantasea con casarse con una vecina ricachona. Se luce muy fresco enseñando sus partes nobles frente a las damitas virginales.
Oso cochino, animal trompudo, gordo peludo, ay, qué plantígrado más indecente, mamífero lascivo. Qué pesado. Qué mal ejemplo para niños y adolescentes, oso irrespetuoso. No sabe nada de elegante galanteo.
Qué macho tan machista. Es una bestia afrentosa. Lengüetea piernas, cintura y pescuezo de las féminas, se para en dos patas y baila como Travolta, y se repega lúbrico a las lindas regias y les dice cosas refeas.
Pide un besito, un chuchuluquito, un cariñito, comerse un gansito, lo que sea pero menos ser ignorado. Y eso pos no.
Qué le pasa al oso que no se asea y anda de jarioso entre doñas que viven arriba o suben al cerro de visita. Ah, qué oso, hace el oso, nos salió muy amoroso.
Ahí están los videos, véalo usted como ni parpadea. Parece buscar novia, amante, concubina, pareja para bailar un taconazo. Comida no, porque en San Pedro sobran sobras de tanto billete que por allá abunda.
El oso libidinoso olisquea, canastea, morbosea, malmodea, toquetea, manosea, babosea y todo lo que termine en tea. Licencioso cocorea a la tía Dorotea y a las lindas ñoritas que la acompañan.
El mugroso oso ya fue declarado persona non grata. Yo creo ha de ser pariente de Fernández Noroña. Un tal Gilberto Lozano ya organiza una rodada en autos lujosos para exigir a éste y otros salvajes gañanes: ¡Oso vete ya!