PEREZ17102022

El patriota Eusebio Elizondo Garza
Francisco Ramos Aguirre*

Empresario nacionalista y ejemplar

Ciudad Victoria.- Empresario y miembro distinguido del grupo católico Caballeros de Colón. Nació en Linares, Nuevo León y falleció en Ciudad Victoria, Tamaulipas (1913-2007). Hijo de Eusebio Elizondo González –comerciante– y Dolores Garza. Realizó estudios de primaria y secundaria en su terruño natal. Posteriormente se recibió de Contador Privado en la Academia Comercial de la misma ciudad neoleonesa.

En 1940 contrajo matrimonio con María Beatriz Almaguer Quintanilla, quienes desde Linares se trasladaron a Jiménez, Tamaulipas para hacerse cargo de la administración de un negocio propiedad de su hermano, donde vendían toda clase de artículos desde víveres, mercería, partes automotrices, enceres domésticos, herramientas para el campo, ferretería y artículos para construcción. En Linares nacieron seis de sus diez hijos, en Jiménez dos y en Ciudad Victoria el resto de su descendencia.

En 1955 se trasladaron a la capital tamaulipeca, donde instaló la empresa Comercial Elizondo, en la esquina de la calle 8 Matamoros. Dicho establecimiento, cercano a la Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria, Botica Francia y Mueblería México. La tienda de don Eusebio y su esposa María Beatriz fue el primero en disponer una máquina expendedora de chopos de nieve de leche, sabor vainilla, fresa y chocolate, toda una novedad entre los victorenses de aquellos tiempos. Posteriormente fue concesionario y distribuidor de la Unión Nacional de Productores de Azúcar (UNPASA) en la zona centro de Tamaulipas.

Por tal motivo, instaló en la calle Hidalgo una oficina y gran bodega que operó varios años con venta de azúcar refinada y estándar o morena. Al mismo tiempo a finales de la década de los sesenta, reanudó las actividades de Comercial Elizondo rentando un local del 14 Morelos, donde se incorporó al negocio su hija Concepcion Elizondo, quien acababa de egresar de la secundaria. En 1977 acondicionaron un edificio del 11 Matamoros, donde anteriormente existió la tienda de Abarrotes Lidia, propiedad de una señora originaria de Guadalajara, Jalisco, quien traspasó el negocio a la familia Smer García, quienes lo mantuvieron abierto varios años.

Desde entonces, los principales artículos en venta en Comercial Elizondo fueron una enorme variedad de productos desechables: platos, cucharas, tenedores, bolsas de papel, vasos, popotes, servilletas, etcétera. Lo mismo ofrecían insumos para pastelería, repostería y cocina –pasas, coco, almendras, chocolate, bases, recipientes y moldes–, además de artículos propios de fiestas infantiles y una gran variedad de dulces.

Entre los primeros empleados de confianza, quienes permanecieron trabajando varias décadas hasta su jubilación figuran Juanita Fraustro –encargada de la administración–, Alfonso de la Fuente –bodeguero–, Matilde Echartea, Francisco Porras, Heriberto Berrones, Lucio Zúñiga, José Guadalupe Mendiola –chofer–, Agustina Vargas y muchos más.

A principios de 2024, después de permanecer abierta al público durante cerca de setenta años, su actual administradora, Concepción Elizondo, anunció la liquidación total de la mercancía y el cierre del negocio. Don Eusebio era un hombre extremadamente patriótico y un desbordado en fervor cívico. Se le recuerda que durante los días dedicados a los héroes nacionales y efemérides patrias, acostumbraba enarbolar la bandera mexicana en lo alto de la fachada principal del negocio.

En su despacho, además de un antiguo cromo de la Virgen de Guadalupe, fotografías familiares, una caja fuerte metálica con su nombre, y una máquina de escribir Olympia, exhibía en una gran vitrina la bandera mexicana, que por muhcos años ondeó en el edificio.

Como parte de su legado y postura nacionalista, redactó un Ideario de la Mexicanidad, en varios apartados: “1.- Amo a mi patria por el ejemplo de sus hijos ilustres; por el amparo que me da su tierra y su bandera, por la belleza de su arte y la nobleza de sus tradiciones. 2.- La admiro, porque en ella, la igualdad, la libertad y la resolución para defenderlas, fortalecen la dignidad humana. Anhelo que la unidad y la prosperidad nacionales, esta última, suma del mejoramiento de cada mexicano, tenga como una de sus bases efectivas, ganancias y salarios justos. 3.- Creo que la grandeza de México descansa en que ningún instrumento de producción, quede ocioso y ninguna riqueza natural desperdiciada. 4.- Defiendo la idea de impulsar y proteger nuestra economía rural e industrial y por ello prefiero y aconsejo, consumir lo que México Produce. 5.- Mi aportación diaria a la Patria, es mi esfuerzo entusiasta en el cumplimiento fiel de mis deberes y obligaciones. 6.- Ambiciono que mi familia goce de bienestar espiritual y físico, de seguridad económica y lucho por ampliar sus horizontes y los míos, mediante la educación moral, intelectual y técnica. 7.- Rechazo para garantizar nuestra independencia, cualquier intromisión extranjera en la vida política, social, cultural y económica del país. 8.- Juzgo que sólo debemos adoptar de otros pueblos, aquello que no deforme ni debilite la integridad de la patria. 9.- Y así pensando en el detino eterno de México, enalteciendo a mi gloriosa bandera y con las estrofas del himno patrio en el corazón, batallaré contra toda resistencia y adversidad que se oponga a la realización de mis ideales.”

En dos ocasiones se desempeñó de Presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Victoria (1973-1974). Dentro del ámbito religioso, junto a su esposa en sus funciones de Dama Isabelina, desarrollaron una intensa actividad en el grupo de los Caballeros de Colón, en apoyo a la sociedad civil más necesitada, entre ellos los niños “papeleritos” vendedores de periódicos locales.

Vale mencionar que dentro de su familia han logrado destacar en el ámbito profesional y religioso sus hijos Everardo –sub gobernador del Banco de México, quien firmaba los billetes de circulación nacional en los años noventa– y Eusebio, obispo de Seattle, perteneciente al Estado de Washington. Poco antes de su fallecimiento, expresó a sus hijos su voluntad para que en la lápida de mármol inscribieran el epitafio: “Amo a mi país México. Enaltezco a su bandera y llevo las estrofas del himno patrio en mi corazón.” (Fuente informativa Concepción Elizondo Almaguer.)


* Cronista de Ciudad Victoria.