Monterrey.- Si quisiéramos que el gobierno fuera el único responsable de distribuir zapatos a todos los mexicanos, la mayoría nos quedaríamos descalzos.Hay asuntos en los que el mercado es más eficiente que el Estado. No todos, pero algunos sí.
Pongo otro ejemplo: la vacuna del Covid-19. Si quisiéramos erradicar esta pandemia, bastaría con que los hospitales privados también pudieran aplicar la vacuna. No sustituyendo a AMLO, sino en paralelo a AMLO. ¿Me explico?
En el fondo, el Plan de Vacunación del gobierno federal no busca erradicar al virus. Ese es el último de sus propósitos. Su meta es más bien mandar mensaje de buen corazón, de que tenemos un gobierno sensible, humanitario, etcétera. Y así no se resuelven las crisis pandémicas. ¿Por qué? Simple: si el plan fuera de verdad erradicar el virus, en vez de mandar mensajitos emotivos, no se aplicaría la dosis primero a los grupos de la tercera edad, sino a los agentes transmisores del virus, que son, en su mayoría, los mexicanos que andan en la calle, por trabajo o por lo que sea.
Esos mexicanos en edad productiva regresan a su casa y contagian a sus padres y a sus abuelos. Y así la transmisión del virus nunca se frenará. Para cuando los jóvenes puedan al fin ser vacunados (que será hasta el año 2022), ya se habrá contagiado de Covid-19 casi toda la población de Mexico y habrán muerto buena parte de los grupos vulnerables. Además, para entonces estará en el desempleo 70% de la población activa.
¿Cuál sería entonces el Plan de Vacunación correcto? 1.- Aplicar la dosis en sus primeras etapas al personal de salud y luego a la población en edad productiva, que cuenten con un empleo. Este no es el grupo más vulnerable sino algo todavía peor: el más expuesto. O sea, hay que invertir la escala de etapas, de atrás para adelante. 2.- Hay que abrir al mercado cierta cantidad de dosis, para que puedan aplicarla también los hospitales privados. Quien quiera pagar por la vacuna, que lo haga y listo.
Suena duro, pero la verdadera selección natural, darwinista, es la que quiere imponer el gobierno federal (que por ejemplo es como si primero quisiera regalar zapatos a los viejos y al cabo de dos años a los jóvenes que salen a trabajar). Eso lo entiende perfectamente López-Gatell, pero prefiere quedarse callado para no contradecir la voluntad de AMLO. Al final perderemos todos.
* Eloy Garza González es politólogo, abogado, maestro en Letras por la UNAM y máster en Tecnologías de la Información por la Universidad Oberta de Cataluña.