Kalimán era el nombre de la telenovela de marras y su personaje, este año cerré un ciclo de curiosidad de toda la vida despertado e impulsado por esta, viajé este año al sur del Perú y conocí Machu Pichu, nombre del lugar que escuché en dicha telenovela por ahí de los siete años de edad y explicado por mis padres que eran hechos ficticios, inventados pero muy atractivos para mí, pronto hojeando un libro de historia universal del mayor de mis hermanos descubrí que Machu Pichu sí existía, asombroso para mí y un despertar de la curiosidad que pensé si algún día podría conocer dicho lugar. Y bueno, algo así como cincuenta y seis años tardó en darse la magia.
Primero quiero aclarar que no pretendo dar acabado a un ensayo académico, menos con carácter de investigación de ningún tipo. Pretendo destacar las pequeñas pero significativas enseñanzas de una telenovela y el papel de avanzada que en ese momento tuvo ese constructo de súper héroe mexicano. Quiero destacar en el personaje primero, su multiculturalismo implícito, mexicano, educado y entrenado en algún monasterio budista con toda la disciplina mental, espiritual y corporal a que se someten los monjes shaolines, se hacía acompañar de un niño egipcio y sus desempeños podían estar en el entonces Congo Belga, en Alemania, o en las regiones montañosas del sur de Perú, así se constituía en un ciudadano del mundo, multicultural.
Por otra parte mostraba un total respeto a todo ser vivo a los que llamaba semejantes, por el hecho de ser un ser viviente y creer en la rencarnación de acuerdo al credo budista, su arma para con las fieras que significaran un peligro, o enemigos humanos; usaba una cerbatana de bambú con la que lanzaba dardos somníferos, es decir, solo para ponerlos fuera de combate temporalmente.
Sabemos del poder de la repetición como instrumento para interiorizar un mensaje permanentemente, así que encontramos frases que se repetían constantemente y que significaban la actitud del personaje frente a las dificultades o los riesgos a los que se enfrentaban. Primero le decía prolijamente a su pequeño aprendiz Solín: “serenidad, serenidad y paciencia” y el estímulo para su acompañante al que decía “mi pequeño y valiente amigo”, sabiendo nuestro personaje del poder mágico de la mente al repetir “no hay fuerza más poderosa sobre la tierra que la mente humana”, además del camino a resolver cualquier reto a través de la inteligencia y la seguridad de que si se utilizaba el pensamiento inteligentemente, siempre habría una salida, con su frase: “siempre hay un camino cuando se utiliza la inteligencia”. Todo un leguaje que invitaba a la reflexión con calma y tomar una decisión bajo les mejores dictados de la inteligencia. Las frases anteriores las he utilizado a lo largo de mi vida y sin desligarlas del personaje, cuántas personas de las generaciones que vivimos esa época las usamos hoy día. Claro, no dejo de encontrar gente que las recuerda y las repite con ligereza y poca seriedad, pienso hay una diferencia sustancial entre quienes retoman un recuerdo que le fue de entretenimiento evocando la infancia y otros que además lo interiorizaron con seriedad y lo aplican a la práctica en la vida.
Isidro Olace, el gran locutor que daba la pauta emocional sea de interrogación, duda, tensión, comprensión, suspenso y más, también hacía un dibujo verbal de la personalidad de nuestro personaje, lo pintaba de la siguiente manera: “caballero con los hombre, galante con las mujeres, tierno con los niños e implacable con los malvados, así es Kalimán…”; hoy habría que agregar: “tolerante con la diversidad... así es…”, los paradigmas van cambiando y habría de adaptase a los tiempos actuales.
Todo este texto le rinde una conmemoración no solo al personaje sino a la narrativa de las radionovelas y aun a la radio con ese poder de hacer imaginar, con un programa, un sinfín de ideas, sensaciones e imágenes irrepetibles, ya que cada oyente de acuerdo a su propia experiencia y poder imaginativo creaba sus cuadros propios con un poder de trascendencia educativa en su postrer vida. Que haya más emisiones creativas, educativas y constructoras de ciudadanos comprometidos con resolver los conflictos de manera responsable y con la luz de la inteligencia, usando el arma más poderosa que es el pensamiento, la mente. Así Kalimán era el “hombre increíble”. ¿Podemos imaginar al ciudadano común con estos atributos? Entonces sería una ciudadano increíble y, por ende, tendríamos una ciudadanía increíble.