El pronunciamiento conjunto e inesperado que han hecho la senadora Imelda Castro, diputados federales y locales, además, el alcalde del municipio de Mazatlán es un freno aparentemente en lógica partidaria por la intención del precandidato Rubén Rocha Moya de buscar una alianza electoral con el Partido Sinaloense.
Sorprende, de entrada, porque muchos de los rechazantes son del equipo de Rocha Moya y se supone que antes de ir a la conferencia el precandidato debieron darle a conocer el sentido de este pronunciamiento colectivo, y en su caso, si aquel estaba convencido de la necesidad de ir con el PAS haber buscado disuadirlos, con el dogma de “qué siempre en política electoral es suma, no resta” y, con base en ello, plantearse un punto de acuerdo con sus compañeros y compañeras de partido, y eso al parecer eso no ocurrió por lo que probablemente se hizo a despecho del propio senador que lo dudo por lo que pudiera ser una maniobra política, para evitar excusas y quitar cualquier responsabilidad al precandidato a la gubernatura.
Y es que este pronunciamiento ocurre luego de unos días de que el presidente López Obrador señaló enfáticamente que “es una vergüenza” que universidades públicas importantes sean manejadas por una persona, por un solo hombre y, por ende, se manifestó en contra de los cacicazgos que existen en instituciones de educación superior de los estados, en clara alusión, a Gerardo Sosa Castelán, el otrora todopoderoso de la Universidad Autónoma de Hidalgo, que desde agosto se encuentra en un reclusorio de la Ciudad de México acusado de lavado de dinero, pero que también es válido para quienes se encuentran en esa hipótesis cómo son los casos de Raúl Padilla de la Universidad de Guadalajara y Héctor Melesio Cuén, de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
¿Qué efectos políticos podría tener está decisión en un escenario competitivo entre Morena y la alianza PRI-PAN-PRD en Sinaloa?
Primero, si de lo que se trata es bloquear esa alianza con el PAS, hay que distinguir entre las alianzas nacionales y las estatales, se ha dado el paso inicial, pero quiero entender que todavía será decisión del CEN de Morena, en tanto no existe una dirigencia estatal legalmente constituida que pueda resolver, sobre su política de alianzas con partidos y asociaciones estatales, por lo que sólo quedará a la dirección nacional hacer las consultas entre los morenistas sobre este asunto que alcanza tonalidades oscuras.
Segundo, Rocha Moya, con lo cautela que lo ha distinguido en este tipo de coyunturas, esperará seguramente a que resuelvan las instancias partidarias sobre la política de alianzas locales, y eso pondrá en suspenso las charlas que sostenía con los dirigentes del PAS para construir una candidatura común a la gubernatura.
Tercero, Cuén Ojeda en tanto insistirá mediáticamente en su decisión de ser candidato a gobernador por su partido, o simultáneamente, buscará cerrar la negociación con la alianza PRI-PAN-PRD y es que estaba negociando a dos bandas en su carácter de partido bisagra.
Cuarto, en esa circunstancia cabe la pregunta, ¿les interesara a los dirigentes de la alianza opositora sumar al PAS? En términos aritméticos si, y es qué aunque los números del PAS van a la baja, en una competencia cerrada sus votos pueden ser definitivos y hacer la bisagra electoral que les permita al PRI ganar la elección constitucional y recuperar el control del legislativo local, pero desde el punto de vista político, llevar como aliado al PAS, cuando hay una cruzada presidencial contra los cacicazgos universitarios podría derivar en que sea la piedra que provoque el derrumbe electoral de los aliados o al menos que no repunte.
Cinco, y así, lo que le queda como alternativa a Cuén Ojeda es mantenerse como candidato a gobernador con pocas probabilidades no de ganar, sino de mantener el 26% obtenido en la justa electoral de 2016, lo que sería un nuevo fracaso que lo pondría en la puerta de salida de la política y, probablemente, de desaparición de su partido.
eis, esto de suceder significaría que habría cuatro candidatos a gobernador, todos ellos conocidos por los electores sinaloenses, sea en su papel de funcionarios públicos o como políticos que ya han estado en la boleta electoral. Y, otra de las preguntas que eso provoca, es si en un escenario de políticos conocidos que hacen una buena campaña ¿habrá o no habrá voto útil? Porque si hay las posibilidades de Sergio Torres y Héctor Melesio Cuén se reducen y si no hay, quedará una distribución del poder fragmentado. Pero, ese escenario de fragmentación es otro tema, que habrán de aclararlo los propios electores sinaloenses.
Pero, volviendo la vista hacia la UAS, dónde hoy se vive una cierta habituación con el estado de cosas, donde se ha normalizado el cacicazgo, y persiste el control de las esferas de decisión y no hay una oposición organizada, sólo voces aisladas, muchas de ellas anónimas que de vez, en vez, lanzan mensajes duros a través de las redes sociales, la declaración de López Obrador y el pronunciamiento de estos representantes políticos, tardará en procesarse y ver su verdadero alcance, lo cierto es que la sola declaración seguramente le quitara fuelle al llamado partido bisagra sinaloense.
Es, más, con ese pronunciamiento varios altos funcionarios uaseños deben estar temerosos porque está el affaire López Hernández, director de Recursos Humanos, que tiene un expediente judicial abierto por “lavado de dinero y narcotráfico” y que, en cualquier momento, puede significar un nuevo capítulo que termine por comprometer más el cacicazgo existente.
En definitiva, la UAS ya es parte de la historia de este proceso electoral que apenas inicia y donde el control autoritario, que se ejerce en ella, podría ser el principio del fin de una sujeción que lleva 15 años y qué merece recuperar su esencia académica y científica.
Una última reflexión, la unidad de exponentes de varias corrientes morenistas contra la alianza de Morena con el PAS sorprende porque alguna de los convocantes hace poco se tomaba foto sonriente con Cuén Ojeda y el alcalde al que no le gustan los políticos uaseños, hoy sale en defensa de la UAS, cuando no hay ningún antecedente de respaldo a las luchas de los universitarios. Pero, bien. ¡Cosas veredes!