El tren de la muerte
Nicho Colombia

Monterrey.- Este 5 de octubre se cumplen 47 años del terrible accidente que cobro la vida de centenares de personas. El accidente de ferrocarril en Puente Moreno en Saltillo en la memoria de la gente aún queda vivo ese lamentable percance.

     El tren venía repleto de peregrinos procedente de Real de catorce, quienes acudieron a la fiesta de San Francisco.

Como hubo reventa de boletos fácil, viajaban más de 1500 personas (peregrinos de todas las edades), los que sumados en cada uno de los vagones daban un total de 1920 personas, pero de este montón las autoridades federales minimizaron la cantidad y hablaron de que eran pocos los viajantes y al final de las tareas de rescate se dijo que pudieron recuperar más de 230 personas.

     Aunque las autoridades federales dieron una cifra de 234 muertes, hay quienes afirmaban que en número de muertos alcanzo cerca de 600 o más personas, aunque documentos oficiales del sindicato de trabajadores ferroviarios de la República Mexicana registró mil 112 víctimas en el percance del tren con 22 vagones cargados con pasajeros y dos máquinas (la 8408 y 8405).

     El descarrilamiento ocurrió cuando el tren tomo velocidad al bajar del paraje Puerto Carnero y cerca de la ciudad, a la altura del Puente Moreno a unos a unos siete kilómetros de Saltillo, muy cerca de la Universidad Antonio Narro, el 5 de octubre de 1972, se presentó el accidente.

     Por estas fechas se cumplen 47 años de este accidente, mismo que es considerado como la mayor tragedia ferroviaria en el Mundo y enlutó a muchos hogares de Coahuila y Nuevo León.

     La tragedia fue tal que la capacidad hospitalaria de Saltillo se vio superada y no se dio abasto para la magnitud de la tragedia pues solo existían las clínicas Saltillo (en Aldama y Xicoténcatl), del ISSSTE y la Uno del Instituto Mexicano del Seguro Social, así como el Hospital Universitario y el Hospital Ferrocarrilero (donde ahora está la Clínica 73 del IMSS), por lo que fue necesario trasladar pacientes a Monterrey y Torreón.

     Sobre las estimaciones del total de personas fallecidas, la cifra oficial se quedó corta, porque sólo fue de los cadáveres identificados y hubo muchas víctimas calcinadas, muchas que quedaron enterradas con los viejos vagones del ferrocarril por lo que una buena cantidad tuvo como fin una improvisada fosa común en el Panteón Santiago debido a que reclamó los cuerpos.

La tragedia
Fue un 5 de octubre de 1972 una vez que centenares de peregrinos regresaban a Saltillo luego de estar en las fiestas patronales de San Francisco de Asís, en Real de Catorce.

     El tren de regreso con los peregrinos arribó al mediodía a la Estación Catorce y por la gran cantidad de peregrinos resultó insuficiente.
Razón por la cual que Ferrocarriles Nacionales tomó la determinación de ofrecer una corrida extraordinaria esta sería con vagones viejos y en desuso.

     El terrible accidente ocurre por la noche el 5 de octubre, poco después de las 23:00 horas, a unos escasos siete kilómetros de llegar a la estación del ferrocarril de Saltillo.

     Las escenas eran bastante grotescas ya que cientos de heridos buscaban salir de los hierros retorcidos, el llanto y lamentos de las víctimas reinaba en ese lugar.

     Al amanecer del día 6 de octubre, el Ejecutivo estatal y cientos de voluntarios apreciamos la magnitud de la tragedia, vimos escenas terribles: los muertos, heridos, cuerpos destrozados y una docena de vagones semienterrados.

     Gracias a fotografías captadas en medio de escenas de dolor, se evidenció la angustia de ciudadanos que esperaban afuera de hospitales o buscaban a sus muertos. Escenas dantescas captadas por el lente de los primeros en llegar, guardaron para siempre fragmentos de un acontecimiento que enlutó a la ciudad.

     Un testigo narra los hechos, Toño de la Cruz, contó parte de la historia que dejó una profunda huella en su vida:

     “Este 5 de octubre se cumplen 44 años de la tragedia de Puente Moreno, en la que fallecieron más de mil peregrinos, según cifras extraoficiales, pero eso no hace ni por tantito olvidar como si fuera hoy la catástrofe que vivió la ciudad”, relata Toño.

     En aquel entonces contaba con 19 años, vivía en la calle Álvaro Obregón, a un lado de la colonia Landín, y ya casi era media noche cuando un hombre bajó corriendo la peña gritando que “se había caído el tren” más arriba, por lo que junto con unos amigos tomamos una camioneta y nos dirigimos al lugar.

     “Veíamos con tristeza, asombro y terror, a medida que nos adentrábamos en el camino, nubes de polvo, fierros que no podías reconocer como vagones del tren enterrados en la ladera y cuerpos y extremidades a lo largo del camino”.

     Según Toño de la Cruz, las investigaciones posteriores arrojaron que se trataba de un tren con más de 22 vagones, sin contar el cabús y la máquina, que procedente de Real de Catorce con miles de peregrinos que regresaban de venerar a San Francisco de Asís.
“Fue a la altura de Carneros –menos de 50 kilómetros de la entrada de Saltillo– que el convoy empezó a ganar velocidad aparentemente por una falla en los frenos que lo hizo descarrilar en la zona conocida como Puente Moreno.

     “Se vino el tren a una velocidad vertiginosa, y posteriormente se pudo comprobar que por lo menos traía 160 kilómetros por hora y que si no hubiese caído en ese puente, hubiera llegado hasta la calzada Emilio Carranza, en la zona centro, y provocar una tragedia mayor”, resaltó.

     “Toda la madrugada por todas las calles veíase el correr de la gente, el transitar apresurado de motocicletas, automóviles y todo tipo de vehículos, una gran parte de los saltillenses no durmieron ayer…” la tragedia que llegó hasta oídos del Papa Pablo VI quien por medio de un telegrama pidió intercesión de sacerdotes para orar.

Verdad oculta
En ese tempo el director de Ferrocarriles Nacionales estuvo a cargo de Víctor Manuel Villaseñor, quien desde su arribo a Saltillo ordenó un peritaje para conocer las causas del accidente.

     Dadas las presiones y para evitar escándalos derivados por las malas condiciones de las máquinas y vagones se dice que tuvo que fabricar la investigación e incluso “fabricar” los culpables, culpa que recayó en los integrantes de, cuerpo de maquinistas Melchor Sánchez Echeverría; conductor, Jesús Rocha Sánchez; fogonero, Ignacio González García Carrizales; garroteros, Juan Picón Alvarado y Vicente Martínez Torres (este último falleció en el accidente).

     A todas estas personas se les acusó de conducir ebrios y hacerse acompañar de mujeres.

     Para el viernes 6 de octubre fueron ingresados a la Penitenciaría Estatal.

     Aun a pesar de que el resultado del primer análisis de sangre reveló que no habían consumido alcohol, era tanto el apuro del gobierno de Luis Echeverría que los directivos de Ferrocarriles Nacionales se dieron la castigar a los supuestos culpables por los delitos de imprudencia grave con resultado en ataque a las vías generales de comunicación, homicidio, lesiones y daños en propiedad ajena, y se les dictó una condena de ocho a 18 años de prisión. Solo unos años más tarde fueron absueltos.

Las anomalías
En total los montos por los daños del accidente se estimaban en siete millones de pesos.

     La cifra solo abarcó el quebranto a Ferrocarriles Nacionales. No se tomó en cuenta los gastos de hospitalización, medicinas y honorarios médicos, indemnizaciones por las personas que fallecieron, a quienes se les pagó funerales y la pérdida de bienes y ropa de los peregrinos.

     El director de Ferrocarriles Nacionales exageró en sus estimaciones, pues dijo que de los siete millones de pesos, seis correspondían a las dos locomotoras y la pérdida total de 11 vagones (a 100 mil pesos cada uno) recién adquiridos.

     Enrique Navarro, ex trabajador de Ferrocarriles: que los 22 carros de ese tren, eran “piezas de museo”.

     De hecho se mantiene la versión de que el accidente se produjo por una falla técnica: debido a lo viejo de los vagones no funcionaron los frenos y por la pronunciada pendiente del tramo de Carneros a Saltillo, el convoy alcanzó una velocidad de 160 kilómetros por hora, mientras que lo permitido para esas curvas es de 60.

     Las causas que originaron este accidente ferroviario fueron que los mismos vagones que se supo estaban enlistados como chatarra para ser enviados a la fundición de Altos Hornos de México, clasificados como “Mal Orden” clave B.O, también se dijo por voz de los maquinistas que los dos sistemas de frenado estaban reportados con fallas, las llamadas catarinas del freno manual no servían y el frenado por aire estaba fallado.

     Más de 250 cuerpos fueron rescatados y embolsados, y conforme fueron reclamados por sus familiares, se pagó a 80,000 pesos por persona fallecida. Hubo familias enteras que murieron sin que nadie las reclamaba; muchos de los cuerpos no rescatados quedaron dentro del tren de la muerte y ahí bajo el puente citado fueran sepultados con todo y vagones. El gobierno Federal prefirió echarle tierra a este asunto tapando a cientos de pasajeros.

     Se dijo que agentes de la PGR presionaron al director del hospital del ferrocarril, Luis Morales Benavides, quien valientemente no se prestó para firmar unos dictámenes médicos que señalaban a los implicados que estaban ebrios. Lo cual hicieron que presentara su renuncia.
Los líderes del sindicato de la sección 23 del STFRM “Héroe de Nacozari” defendieron a los maquinistas encarcelados y tras nueve años de lucha y gestión pudieron obtener su libertad.

     Un peritaje por parte de personal de Comunicaciones y Transportes advirtió sobre las condiciones de las zapatas, lo que indicaba que no funcionó el sistema de frenado.

Para saber:
En ese entonces se informó que al “tren de la muerte” subieron mil 564 personas con boleto pagado.

La locomotora (8405-08) registró una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora, al momento del accidente.

La velocidad máxima permitida era de 60 kilómetros por hora.

Las locomotoras arrastraban 22 carros.

Los carros que rescataron del accidente fueron fundidos en Altos Hornos de México.


El dato:
El accidente se produjo en Puente Moreno, a 7 kilómetros de la estación de Saltillo.

En este lugar estaba una curva de 6 grados, en una pendiente descendiente.

En ese entonces el alcalde de Saltillo era Arturo Berrueto González.

El gobernador era Eulalio Gutiérrez Treviño.

El presidente de la república era Luis Echeverría Álvarez.

Lorenzo Encinas