Monterrey.- Harán el trabajo de sus progresistas amos. Obedecerán cada una de las indicaciones del partido durante las campañas. La sonrisa para el lente de los reporteros.
Serán la moneda de cambio. La justificación para sumar sufragios. La apuesta en las casas y casinos es segura. No llegarán a los puestos propuestos.
Ni como alcaldes, ni como diputados federales ni como diputados locales.
En la sumatoria de los conteos totales, los dueños de los institutos, colocarán a los incondicionales o se incluirán a si mismos.
Les agradecerán por su labor, por el trabajo ciego para mejorar a una ciudad, un estado y un país tan necesitado de ciudadanos apartidistas.
La representación proporcional, ese coto sucio de poder, pasará frente a sus ojos. Quedará la satisfacción de conocer calles sucias, animales sin dueño y familias a medio destruir.
Incubaron otra vez, ya muy tarde para todos, un sentimiento de anarquía.
El sistema no se cambia desde dentro. Se apadrina a punta de lisonjas y de enrutado de conveniencia efímera.
El pago puntual a su aventura es la simulación. Palabras de viento y compromisos ilusionistas.
La cruda moral y financiera llega en las entregas de las constancias de sus competidores. A quienes sin despeinar, las elecciones del 2021, fueron de mero trámite.