Austin.- Cuentan las anécdotas, las que por cierto muchas veces son falsas, que siendo secretario de gobernación Manuel Bartlett, negociaba con un grupo y preguntó:
– ¿Cuántos son?
– Tres.
– Denles dos coches, ya verán que se matan entre ellos.
La lucha por el poder es destructiva y mucho más si el poder, como es usual, involucra cuestiones de dinero. La historia del PRD demuestra lo cierto de la aseveración; de hecho, su ruina se produjo por la ambición de las tribus que además nunca lograron acrisolarse bajo la identidad de un partido, mantuvieron sus intereses particulares separados y al final de cuentas, la más corrupta de ellas, se quedó con las siglas para proceder en un futuro no muy lejano a enterrarlo.
Igual que el PRD, la creación de Morena fue resultado de la unificación de múltiples facciones que debían coalescer hasta fundirse en un partido político, con identidad única, lo que puede ser una precondición para consolidarse en el poder, en la línea está reducir los apetitos individuales de poder y riqueza.
El factor de unificación fue un líder carismático, pero el crecimiento acelerado y la expansión en la conquista del poder, puso sobre la mesa el método de selección de candidatos, de tal manera que el proceso, un terreno de batalla entre las facciones, grupos o tribus fuera democrático y no destructivo.
Dentro de Morena hay intereses divergentes y contrapuestos, desde la ultraderecha yunquista, hasta la izquierda que algún día fue comunista. La mayoría de los militantes del partido alguna vez lo fueron de otras organizaciones y podemos suponer que al seno del partido llevan esos tropos identitarios políticos y formas de hacer política pre-Morena.
El método que alcanzaron consistió en dejar ciertos nombramientos al azar, de tal forma que nadie reclamara mano negra; así realizaron selección de candidatos por tómbola, que era una forma que todo mundo conocía por lo menos de las ferias, y otorgaba alguna certeza de que no habría trampa, o sea, que la tómbola no se cargaba, como se pueden cargar los dados.
La nominación de candidatos debía alejarse de las viejas prácticas autoritarias, donde el Tlatoani encumbraba candidatos creando carreras políticas y podía dejarse a la suerte.
Es evidente que había complicaciones para consultar a las bases: las elecciones primarias reclaman una estructura política inexistente, y la elección en asamblea corría el riesgo de enfrentar a las tribus creando conflictos graves, así que en la búsqueda de la consulta adecuada y honesta, encontraron las encuestas.
Este es un terreno escabroso. Una encuesta bien hecha es un método de consulta muy cercano a la realidad, pero qué hacer si en México las casas encuestadoras se venden al mejor postor y cucharean las encuestas para que digan lo que el que paga quiere que digan. Si la encuesta la hace el partido, aunque lo haga bien, quedará la sombra de duda, porque es común la noción de que la estadística sirve para decir mentiras, lo que le hace una gran injusticia a la estadística y un favor a los tramposos.
Así que al parecer encontraron hasta ahora una combinación de encuestadoras y encuestas que producen candidatos con conflictos limitados, que por lo general son manejados.
En alguna opinión abordé lo irreal de hablar de pisos parejos. Los aspirantes a la presidencia llegarán a las encuestas a partir de su desempeño individual y construcción de imagen diferenciados, gozarán de indicadores distintos de popularidad y conocimiento de la sociedad, pero por lo menos parecen estar de acuerdo en que el resultado lo genere una combinación de encuestas y que los perdedores aceptaran el veredicto social.
La oposición, que se ha caracterizado por carecer de ideas, propuestas o métodos organizativos, encontró que los líderes partidistas buscan sobrevivir creando alianzas sui generis, pero persisten los tropos identitarios partidistas, así que ante la carencia de un método de consulta social para escoger candidata, terminan copiando a Morena y recurrirán a la encuesta.
A la luz de las muchas encuestas que se ven, uno podría predecir quién se enfrentará en 2024 por la presidencia, porque es poco factible que haya cambios sustanciales entre las preferencias mostradas hasta ahora.
La encuesta es un método para reducir el nivel de conflicto intra e interpartidos, y en un país que apenas aprende a navegar buscando métodos de selección distintos al dedazo y la designación autoritaria, es clave lograr procesos con credibilidad y disciplina sobre el resultado.
¿Tendremos políticas(os) con la madurez necesaria para tener una competencia de nivel? Algunos seguidores ya sacaron a relucir lo peor de sí mismos, descalificaciones racistas y otros vicios que ensucian el proceso político.
Ya tuvimos dos alternancias (PAN y Morena); llegó el momento de superar fraudes electorales, realizar elecciones libres, sin trampas y sin veneno que ensucie el proceso pos electoral; y si las encuestas hacen el truco, bienvenidas.
Como dicen en mi pueblo, hagamos changuitos.