Monterrey.- Aurelio Asiain es un poeta. Es un poeta más bien regular que también escribe ensayos literarios y vive en Japón (hasta donde se). Trabajó en “Vuelta” con Octavio Paz y en “Letras Libres” con Enrique Krauze. Yo he publicado algunos artículos sobre sus escasos libros de poesía y sus traducciones, la mayoría de las veces (lo digo con franqueza) en términos elogiosos.
Asiain tiene una cuenta en Twitter. Casi todos sus seguidores son bots, pero Aurelio es libre de hacer lo que se le antoje con sus cuentas de redes sociales y con su vida.
Pero ayer tuve una diferencia de opinión con él sobre el significado de un término. Le expliqué mi argumento en pocas líneas. Resulta que para mi, Krauze hubiera sido más preciso definiendo a López Obrador como un “fanático” en vez de un “mesías”.
Esa discrepancia bastó para que Aurelio Asiain me dedicara una retahíla de insultos. Dijo que yo era: “alucinante”, “obtuso”, “obstinado”, “ridículo”, “mentiroso”, “tonto”, “todo junto”.
Mientras yo le pedía en buen plan que no se enfureciera y mejor me diera sus argumentos sin descalificaciones personales (el pobre hombre ni me conoce), Asiain seguía insultándome. Al final, como se dio cuenta que no lo ofendía, dijo que yo me “victimizaba”. Y remató: “No tienes remedio, mano”.
Esto me lleva a la siguiente reflexión: algunos intelectuales exquisitos se vuelven unos energúmenos en Twitter. Todo porque la finalidad de las redes sociales no consiste en analizar sino en polarizar.
Además, Asiain cayó en una trampa mental propia de ciertos intelectuales que se meten de tuiteros: sueltan insultos virtuales a diestra y siniestra, que no se atreverían a proferir si uno los tuviera en persona, cara a cara. ¿Quiero decir con esto que Aurelio Asiain es un cobarde? Sí.
Yo no soy ni de lejos un seguidor de López Obrador; soy un periodista a quién le gusta la discusión pública. Así que, don Enrique Krauze, controle a su perro rabioso. O mándelo mejor a escribir poemas. Para que no tenga que mandarlo yo, personalmente, al lugar donde viven los cobardes.